¿ABANDONO O DESERCIÓN ESTUDIANTIL?
UNA NECESARIA DISCUSIÓN CONCEPTUAL
Tulio Ramírez* Universidad Central de Venezuela
(UCV) orcid.org/0000-0002-9012-8707 |
Ruth Díaz Bello** Universidad
Central de Venezuela (UCV) |
Audy Salcedo*** Universidad
Central de Venezuela (UCV) orcid.org/0000-0002-9783-8509 |
Recibido: 07/10/2016 |
Aprobado: 06/02/2017 |
RESUMEN
Los estudios sobre el problema de la desincorporación de los estudiantes a la carrera universitaria sin haber logrado la titulación son cada vez más frecuentes en América Latina y el mundo. Aunque las razones varíen, es un fenómeno que se está extendiendo, de allí la
preocupación por investigarlo y
poder generar las prescripciones
que permitan no solo
su minimización,
sino la construcción de modelos
predictivos para detectar los factores de
riesgos antes del ingreso del estudiante. Sin embargo, el uso indistinto de los términos abandono y
deserción puede obstaculizar el diseño
de adecuados programas
institucionales para atacar el problema. A continuación, se hace un análisis de los
resultados del uso
de estos conceptos en las investigaciones presentadas en las Conferencias Latinoamericanas sobre
el
Abandono en la Educación Superior (CLABES), con el fin de evidenciar el uso equivalente de
estos. Se plantea una
discusión
teórica
para delimitar
ambos conceptos y evidenciar las
implicaciones en la
formulación de políticas públicas, institucionales
y proyectos de vida.
Palabras clave: deserción; políticas institucionales; políticas públicas; proyecto de vida
STUDENT’S
QUITTING OR DESERTION?
A
NECESSARY CONCEPTUAL DISCUSIÓN
ABSTRACT
Studies about the problem of student disincorporation from a
university career, having not achieved a degree, are everyday more frequent in
Latin America and in the world. Although the reasons may vary, this is
a phenomenon which is expanding. Hence, the concern to develop research
arises in order to be able to provide prescriptions that may lead not only to
its minimization but also to construction of predictive models that may help in
the detection of risks factors before the student’s enrollment. However, the
indistinctive use of the terms quitting
and desertion can interfere with the
design of adequate institutional programs aiming at tackling the problem. An
analysis is carried out centered on the results of the use of these concepts in
research works issued at Latin American Conferences on Quitting Higher
Education. Such analysis aims at providing evidence of the equivalent use of
both concepts. A theoretical discussion is
proposed in order to define the scope of both notions and highlight the
implications of this in the creation of public and institutional policies and
life projects.
Key words: desertion; institutional policies; public policies; life project.
Introducción
Las cifras de desincorporación de los estudiantes universitarios sin haber
culminado
la carrera son cada vez más preocupantes. Es un problema que atraviesan todos los continentes, pero quizás en América Latina tenga repercusiones realmente alarmantes. Ya para el año 2006 un estudio patrocinado por el Centro Interuniversitario de Desarrollo (CINDA) -con sede en Chile- y el IESALC-UNESCO, en el cual participaron investigadores de 16 países de la
región, revelaba
que en promedio el porcentaje de
estudiantes que no culminaban sus estudios universitarios rondaba el 57% (CINDA-IESALC /UNESCO, 2006). La situación no ha mejorado
en la actualidad. En el informe del OREALC-UNESCO de 2013 sobre América Latina y
el Caribe y su proyección para el 2015, se señala que si bien se ha incrementado la
matrícula universitaria, son los estudiantes más pobres los que
menos
culminan sus estudios. Se evidencia que para la cohorte
de jóvenes con edades entre
25 y 29 años que concluyeron sus estudios, solo el 0,7% eran del quintil más bajo o con menos recursos, a diferencia
del 18,3% del quintil más próspero
(OREALC-UNESCO,
2013, p. 137).
Si bien
la no culminación
de estudios se presenta en
todos los niveles, son los
estudiantes más pobres los
que renuncian a la posibilidad
de obtener una titulación que
les permita mejorar
su calidad de
vida. Muchas de estas renuncias no son voluntarias. Más allá de la actitud y la motivación por culminar
una carrera universitaria, privan circunstancias que
los obligan a dejar los estudios. Una
política de Estado para minimizar esta situación debe desarrollarse con plena claridad sobre cuál es el mecanismo para garantizar la igualdad de
oportunidades a estos sectores, para ello es necesario conocer los
factores que provocan el apartarse de los estudios universitarios. Otorgar más presupuesto
para becas,
transporte, residencias
estudiantiles, servicio médico-odontológico, comedores universitarios, orientación vocacional, asesoramiento académico, cursos de
nivelación, ayudas-trabajo, servicio psicológico, podrían compensar los déficits socioeconómicos y
culturales que impiden, la mayoría de las veces, culminar
los estudios.
Ahora
bien, la realización de
los diagnósticos debe partir
de la claridad conceptual del fenómeno
que se está estudiando y sus variantes. No es igual atender a estudiantes con riesgo de abandono por circunstancias que nada tienen que ver con su vocación y aptitudes,
que aquellos
que dejan los estudios motu proprio, convencidos de optar por la
decisión más racional en
virtud de no tener
inclinación por una carrera que fue escogida de manera equivocada y sin orientación o por
descubrir que su verdadero interés está en cultivar un oficio o, simplemente, porque no tienen interés
ni motivación, en ese
momento,
por culminar una carrera
que los llevarían a convertirse en
profesionales universitarios. En
estos casos, las políticas institucionales no pueden estar
dirigidas a retener a estos estudiantes contra su voluntad y libre albedrío. De allí la necesidad de la claridad conceptual para poder
delinear políticas institucionales racionales y coherentes.
Deserción y
abandono: ¿un mismo significado?
Al revisar la
literatura especializada sobre el tema es
recurrente observar el uso indistinto de términos como abandono y deserción. Autores clásicos como Tinto (1975, 1989, 1992) y
Himmel (2002), Boado (2004), Donoso y
Schiefelbein
(2007), Díaz (2008), García (2014)
y Estévez, Castro y
Rodríguez (2015), entre tantos otros,
utilizan en sus estudios
los
términos “deserción” y “abandono” para referirse al retiro voluntario de
los estudios universitarios
formales. En eso coinciden.
Al hacer un inventario de las investigaciones, se encuentra que buena parte de los estudiosos han centrado su preocupación en
definir operacionalmente los
términos y por determinar los factores asociados a este hecho. Así, se han desarrollado propuestas para determinar
los diferentes tipos de desincorporación con criterios, por lo general, muy bien afinados que impiden
solapar o confundir situaciones.
Se advierten, en
este tipo de estudios,
conceptos
como el de abandono temprano, tardío, rezago, retención, así como un inventario de factores causales que tienen que ver con desadaptación al medio universitario, la deficiente
formación previa,
descubrimiento tardío de la inclinación vocacional, entre
otros (Arriaga, Burillo, Carpeño y Casaravilla, 2011; Netto; 2012; Casartell, 2012; Gallun y Vasquez, 2014; Rey y Diconca, 2014;
Santos y Moronini, 2014).
Otros
investigadores, en cambio, se han preocupado por desarrollar, cada vez más, sofisticados modelos
matemáticos y estadísticos para dar cuenta del cuandum y
el cuantum de las diversas
situaciones de desincorporación permanente
o no de la educación
formal. La
idea que los inquieta es la construcción de modelos predictivos
que permitan diseñar políticas institucionales que puedan minimizar los riesgos detectados (Dopazo, 2012;
Mercur, 2012; Rojas, J, 2012; Carvajal, Montes, Trejos y Cárdenas, 2013; Giraffal y Mora, 2013,
Vásquez, Gallon, Marín y Velásquez, 2013; Argote,
Jiménez y Gómez,
2014).
No obstante, como es el caso de Tinto
(1975, 1989, 1992), la preocupación por caracterizar las diferentes situaciones
de desafiliación estudiantil no se advierte en la misma magnitud por el
constructo teórico. Esto hace que paradójicamente exista una clasificación muy exhaustiva de los diferentes tipos de
situaciones que puede
vivir el estudiante (abandono temprano, tardío, rezago,
etc.), pero un uso poco preciso del concepto que las envuelve.
Señalan los epistemólogos que una de las características que deben tener los conceptos es que deben ser exclusivos y
excluyentes. Esto garantiza el uso riguroso en la disciplina. El uso indistinto de un término para
referirse a la misma situación u objeto genera confusión. Es de interés abordar esta discusión,
pero no desde un
ejercicio meramente semántico, como si fuese un problema
solo y para lingüistas.
La pertinencia de esta discusión va más allá de lo semántico, aunque esto de por sí
es importante por lo de la clarificación de los términos en uso desde las
disciplinas científicas.
Consideramos que debe ser abordada por los estudiosos de este fenómeno
educativo, dada sus implicaciones en el diseño de las políticas institucionales para combatir o minimizar el flagelo de la desincorporación del sistema universitario.
Así, entonces, la necesidad de construir un lenguaje técnico propio del
campo de estudio y la realización de diagnósticos claros
obligan a reflexionar sobre los términos que se han utilizado para abordar el
problema de la desvinculación a la educación formal de cuarto nivel.
Abandono y deserción: ¿cómo
usan
los investigadores
estos conceptos?
Inciso metodológico
Los términos abandono y deserción estudiantil se han utilizado de manera indistinta para definir la
acción de desincorporación de los estudios formales por
parte
de los estudiantes. Para algunos
autores referidos como Tinto (1975, 1989, 1992) y Himmel (2002), o más recientemente,
Boado (2004), Donoso y
Schiefelbein (2007), Díaz (2008), García (2014) y
Estévez, Castro y
Rodríguez (2015), ambos términos son equivalentes
porque tienen el mismo significado, tal postura
traería como consecuencia que plantear una discusión
semántica sobre esta palabra sería
un ejercicio un tanto oficioso pero
ineficaz. Sin embargo, desde la
perspectiva de los
autores del
presente trabajo, se considera procedente debatir sobre
la terminología utilizada para definir el
fenómeno estudiado en
el
proyecto Alfa
denominado Gestión Universitaria Integral del Abandono (Alfa-GUIA).
Pero antes de entrar en esta interesante y necesaria discusión conceptual,
se mostrará cómo los
investigadores de este fenómeno universitario han asumido tales conceptos en sus informes. La idea es demostrar el uso indistinto dado a los términos abandono y deserción a
partir del análisis
de las ponencias presentadas en
cuatro
de las cinco Conferencias
Latinoamericanas sobre Abandono en la Educación Superior
(CLABES) que
se han llevado a cabo desde 2011 y
que abordan los temas referidos al eje temático o línea de discusión sobre “Los diversos
factores
asociados al abandono,
tipos y perfiles”.
En la organización de
todos los CLABES se ha
incorporado un eje temático ligado al
abandono estudiantil en Educación
Superior, sus causas y maneras de predecirlo. El interés del
presente trabajo
consistió en analizar
cómo los investigadores abordan,
de manera conceptual, el fenómeno del retiro de los estudios sin
haberlos
culminado, más allá de sus resultados empíricos o propuestas para desarrollar modelos predictivos. No se tomaron
las ponencias de
los otros ejes temáticos porque, en su mayoría, eran sobre las políticas institucionales o “Buenas prácticas” para
minimizar
el
riesgo del abandono.
Finalmente, se
seleccionaron las ponencias presentadas en los CLABES realizados en Managua (Nicaragua, I
CLABES);
Porto
Alegre (Brasil, II CLABES); Ciudad de México (México, III
CLABES) y Medellín (Colombia, IV CLABES). En la Tabla 1 se muestra el número de ponencias del eje temático “Diversos factores asociados al
abandono,
tipos y perfiles”
distribuidas por eventos en
los cuales
fueron presentadas.
Tabla 1
Número de ponencias del eje temático: “Los Diversos factores
asociados al Abandono, tipos
y perfiles”
Congresos CLABES |
Ponencias |
I CLABES Nicaragua |
19 |
II CLABES Brasil |
23 |
III CLABES México |
35 |
IV CLABES Colombia |
23 |
Total |
100 |
Fuente: Actas de CLABES I al IV
Es pertinente señalar que del I CLABES (Nicaragua) se tomaron todas las ponencias indistintamente
de las mesas de discusión organizadas y no solo
la correspondiente
a la presentación de
resultados de investigación, como en el caso de
los eventos posteriores. La razón que privó para esta selección tuvo que ver con el hecho de que el número de
ponencias de la mesa
correspondiente al eje
temático más ligado
a la investigación
era muy
pequeño (7). Otro
aspecto que se debe
aclarar es que las ponencias presentadas en el V
CLABES (Chile) no se
tomaron
en
cuenta porque no han sido publicadas
en la página Web del Proyecto
Alfa-GUIA-Gestión Universitaria Integral del Abandono, para el
momento
de realización de este estudio.
A cada
una de las ponencias se
le realizó un análisis de
la narrativa desarrollada
en
torno a los conceptos abandono y deserción. Se extrajeron los conceptos con los significados utilizados. Estos podían ser citas de autores que sirvieron como referencia o construcciones
de los propios investigadores. Se verificó si fueron utilizados como sinónimos,
por
ejemplo, expresiones
como “la deserción es el abandono de
los estudios…”, “hablar de
abandono es hablar
de deserción…”, o “el abandono o la deserción estudiantil…”.
También se verificó
si se utilizaron ambas
expresiones con significados diferentes: “a diferencia
del abandono, la
deserción es definitiva…”, o “el abandono es causado por razones académicas y la deserción por inadaptación a la institución...”.
Por supuesto, también, se determinaron
las ponencias en las cuales
se hacía uso exclusivo de
alguno de los dos términos.
Los resultados cuantitativos
y el análisis correspondiente
se presentan en el apartado siguiente. Es necesario advertir que no se trata de un estudio descriptivo que intenta dar
una panorámica general sobre cómo los investigadores usan los conceptos de abandono y deserción.
También se desarrolla, tanto en este apartado como en las conclusiones, una
reflexión de carácter
teórico sobre el uso que, consideramos, deberían
tener ambos conceptos en el contexto de
la investigación sobre este problema sobre el que
se han focalizado tantos investigadores
en América Latina y el mundo.
Los resultados: ¿Abandono o deserción?
/
¿Abandono y deserción? This is the questions
Se analizó un total de 100 ponencias. En un 39% se advirtió
el uso de los términos abandono y deserción como equivalentes. En un 30% se utilizó solo el término abandono para
caracterizar la desincorporación de los estudios universitarios con independencia de su
motivación, temporalidad y destino. En un 27%
se usó el término deserción con las mismas características que
el anterior, es decir,
bajo
él se arropó toda desincorporación de los estudios superiores
con independencia
de alguna posible
clasificación en virtud de
las variables anteriormente señaladas. Solo un
4% estableció alguna diferenciación del abandono con respecto a la deserción. El Gráfico 1
permite visualizar
con más claridad estos datos.
Gráfico 1. Frecuencia de uso de los términos
abandono y deserción en ponencias presentadas
en
los congresos
CLABES
Fuente:
Actas
de CLABES I al IV
Un 96% de las ponencias no
presenta diferencia alguna entre los términos.
Se evidencian dos situaciones
en este grupo mayoritario: o se asumen los conceptos como
equivalentes de manera explícita o se utiliza alguno de ellos como concepto envolvente para referirse a la complejidad de situaciones que caracterizan al
retiro de los estudiantes de la universidad. En todas estas situaciones se asumen
como iguales los términos en discusión. El verbalizar ambos para referirse a la misma situación de una de manera explícita no es
muy diferente a usar solo uno de ellos para caracterizar todas las situaciones. De allí que se considere apropiado que estas posturas deban ser
discutidas en aras de unificar
un vocabulario que
pretende ser especializado y riguroso ya que se trata de investigaciones que intentan ofrecer una explicación lo más científicamente
posible al problema objeto de estudio.
Quizás el origen del uso
indistinto de los
términos abandono y deserción
surge de la equivalencia
que el mismo Diccionario de la lengua española (DLE)
les otorga. Para
el DLE (www.dle.rae.es) el abandono supone, entre otros significados, “dejar una
actividad u ocupación o no seguir
realizándola”; “descuidar las obligaciones o los intereses” o “caer de
ánimo, rendirse
en
las adversidades y contratiempos”. Para el mismo diccionario la deserción es definida como la acción de
desertar, definiéndose esta última como “abandonar las
obligaciones
o los ideales”; en la milicia: “desamparar, abandonar sus banderas”, y en el
ámbito del derecho: “separarse o abandonar
la causa o apelación”. Así, para la primera referencia de habla hispana: “desertar es
abandonar algo”.
Allí comienzan
los problemas.
Un autor clásico como Tinto (1975, 1989, 1992), referencia
obligada para los investigadores del fenómeno de la desincorporación de los estudios universitarios antes de culminar la
meta de graduarse, utiliza, en muchos de sus pasajes, los términos
abandono y deserción como equivalentes. Algunas citas
muestran lo señalado:
En cualquier forma, sólo algunos abandonos de la educación
superior son producidos por bajo
desempeño
académico, pues la
mayor
parte de las deserciones son
voluntarias. Los estudiantes que abandonan la universidad a menudo tienen niveles de rendimiento académico superiores a los de los estudiantes que persisten.
Estas deserciones antes que causadas por habilidades inadecuadas,
parecen originarse más bien en una insuficiente integración
personal con los ambientes intelectual y social de la
comunidad institucional. (1975, p.
97)
(Negritas añadidas)
En su obra
Definir la deserción: una cuestión de perspectiva (1989), Tinto
persiste en el uso indistinto de los términos:
Como consecuencia, la deserción que adopta la
forma de abandono voluntario es más
frecuente
en los primeros meses posteriores
al ingreso a la
universidad. (p.
6)
(Negritas añadidas)
Sin embargo, en esta obra, y en la misma página, aun partiendo de la equivalencia de
términos, asume a la deserción como un tipo de abandono. No queda clara la diferencia entre el
género abandono,
aunque la especie deserción sí, al caracterizarla como renuncia
voluntaria a la institución de Educación Superior por parte del estudiante
dependiendo de las razones alegadas para
ello.
Se lee textualmente:
Es más simple en el sentido de que todos los sujetos que abandonan
una
institución de educación superior pueden, teniendo
en cuenta las razones alegadas para hacerlo, ser
clasificados como
desertores. (1989, p. 6)
(Negritas añadidas)
En términos prácticos no queda claro cuándo se está en una situación de abandono y
cuándo de
deserción. Una lectura literal del párrafo expuesto llevaría
a la
pregunta ¿si el desertor es aquel que
sale de la institución donde estudia, quiere decir que el que abandona no lo hace?
El autor no da
elementos claros para responderla. Fernández (2010), al igual que algunas de las investigaciones analizadas,
hace un esfuerzo por
interpretar esta
afirmación de Tinto. Señala este
autor que:
Vincent Tinto advierte la necesidad de diferenciar
entre los distintos tipos de abandono educativo. En este sentido distingue dos modalidades: exclusión académica,
y deserción voluntaria. Con la primera
refiere al abandono que se da por factores académicos, mientras que con la
segunda
lo atribuye
a otros elementos
que responden
a una inadecuada integración
social
del estudiante al medio universitario. (2010)
Según Fernández (2010),
las razones a las que
alude Tinto para definir
la deserción y diferenciarla del abandono son atribuibles a un asunto de
no adaptabilidad social al ambiente
universitario, mientras que el abandono es una
exclusión por razones académicas. Siendo así, el
asunto de si la desincorporación es definitiva o no pasa a un segundo plano. Sin embargo, otros
investigadores ponen su acento en el asunto de
si la desincorporación del sistema
educativo es definitiva o no. Si es definitiva es deserción, si es temporal o hay
migración hacia otra carrera o institución estaríamos
frente al fenómeno
del abandono. Inclusive
este sector de investigadores
establece una temporalidad para
determinar
un caso u otro, si la
desincorporación es por
dos períodos
académicos
o más,
es deserción.
Pareciera
que
el problema conceptual no está resuelto. En el primer caso, pueden solaparse
razones de índole académica como el bajo rendimiento con situaciones de no adaptabilidad social a
la institución. Determinar que ambas variables no están relacionadas es muy
temerario. Una de ellas puede provocar la otra. ¿Bajo qué criterio se determina
cuando esa
exclusión es abandono o
deserción? La
otra hipótesis (la de la exclusión definitiva o no) parte de una catalogación
meramente administrativa. Acuñar una desincorporación como deserción tendría que ser siempre
ex post facto
y no al momento de producirse. Habría que esperar el número de períodos académicos (muchos señalan que serían dos) y verificar si el estudiante se ha inscrito o no; inclusive habría que
monitorear en otras carreras o instituciones para verificar si se
ha inscrito. Un mecanismo realmente engorroso para llevar
estadísticas o establecer
políticas institucionales,
sobre todo si el mismo
Tinto (1989) advierte la necesidad de llevar a la práctica medidas institucionales para
minimizar el índice
de desincorporaciones:
Todas las
formas
de abandono pueden ser
rotuladas como deserción, pero no son igualmente merecedoras de acciones institucionales y
ninguna universidad puede solucionar todos los casos
de abandono. (p. 9).
(Negritas añadidas).
En su artículo, Definir la deserción:
una cuestión de perspectiva (1989)
Tinto asoma la necesidad
de establecer con claridad la diferencia entre abandono y deserción porque de alguna
manera incide en las políticas institucionales. Señala que no se debe
invertir recursos para retener a aquellos que muestran poco interés, escasa
disciplina, poca adaptabilidad social e
incluso problemas de vocación. Por el contrario, las instituciones deben hacer esfuerzos para
retener a aquellos que por razones académicas tienen dificultades para continuar estudios. Así siempre
habrá una suerte de
“muerte natural” que permitirá disponer de cupos para
quienes sí estén interesados en continuar
estudios universitarios.
La lógica
administrativa que orienta
este planteamiento es racional, pero
la imprecisión conceptual impide adelantar
con
eficiencia políticas institucionales para reducir la desincorporación de
la universidad.
Abandono
y deserción: ¿sinonimia
total o parcial?
La ausencia
de una discusión previa que permita deslindar conceptualmente
ambos términos ha
generado un uso “muy
personal” por parte de los investigadores. De hecho, en las investigaciones analizadas solo el 4%
intenta delimitarlos. En principio, no se
asumen como sinónimos. Ambos aluden
a situaciones diferentes aunque muy parecidas.
Sobre ello se abundará más adelante.
La sinonimia es la semejanza de significados entre
dos o
más términos comprendidos en un
mismo campo semántico,
es decir, dentro de un mismo ámbito de asociación de palabras que, a
pesar
de tener ciertos matices diferentes, están referidas a un tema en común. Si se
asume que los términos abandono y
deserción son sinónimos se está afirmando que tienen un significado común. Es lo que encontramos en el
39% de las ponencias
analizadas.
Es cierto que ambos conceptos aluden a la desincorporación de los estudios universitarios antes de obtener el grado. Hasta allí hay similitudes. Según los autores consultados, lo que hace que ambos conceptos aludan a situaciones
diferentes tienen que ver con el ánimo y circunstancias que
hicieron posible la conducta
de no continuar estudios o
la temporalidad de la desincorporación.
Para efectos del presente análisis se
considera que
el término
deserción tiene una pesada
carga
militar. Está más asociado al ejercicio
de un acto voluntario en
una institución en la
cual estos no están permitidos como son las instituciones totales (Goffman,
1961, 2001) o las instituciones disciplinarias (Foucault, 1975), ejemplo de ellas son:
escuelas, hospitales, psiquiátricos o
las cárceles. Por lo tanto, el término deserción
no pareciera adecuado para identificar un acto voluntario al cual el individuo tiene absoluto derecho,
especialmente, si destacamos la
importancia que se
le da en la Educación Superior al desarrollo de la autonomía, el
espíritu crítico y
a la toma de decisiones.
Desde esta perspectiva el término deserción no
pareciera responder con fidelidad
al fenómeno que se desea conocer, por
lo tanto, se asume que no es el más conveniente
para denominarlo.
En cuanto al concepto de
abandono, que parece el adecuado, se evidencia un intento de diferenciar si
el acto es forzoso o voluntario, de tal manera que
se orienten las acciones
institucionales a
evitar los actos involuntarios, mas no los voluntarios.
Esta línea que diferencia a uno de otros pude ser también
muy difícil de precisar.
Por ejemplo, un individuo puede retirarse de los estudios porque
la institución le queda a dos horas caminando,
mientras que
otro, en las
mismas condiciones, decide caminar y seguir sus estudios.
Se
podría decir que el
retiro
del
primero es involuntario, él hubiese
querido seguir pero no pudo hacer
las dos horas a
pie todos los días, mientras que otro no se retiró y
siguió y concluyó sus estudios. Ante una misma
situación hubo dos voluntades distintas. Por otra parte, están los estudiantes que deben retirase
porque no cumplieron los estándares académicos institucionales y
no se les permite la inscripción, pero quizás allí haya
estudiantes que
su rendimiento fue
bajo porque descubrieron que
estaban en
una carrera que no deseaban o porque
no comprendieron la dinámica universitaria. Si bien la
institución impuso la decisión final, el criterio administrativo nos dice poco de las condiciones reales que llevaron al
abandono y de su carácter
voluntario o involuntario.
Lo cierto es que lo relevante de los estudios que buscan comprender el abandono, entendido
como toda desincorporación de
los estudios sin culminarlos, deben centrarse en realizar
un diagnóstico detallado de las causas
que la generan, como se
ha planteado en el Proyecto Alfa-GUIA. Ahora
bien, tal como se destacó al inicio, lo que produce más preocupación
es
que el grupo poblacional que más abandona la
Universidad se corresponde con los
estudiantes más pobres. Ello nos obliga a
pensar que
las políticas para atender
el
fenómeno del
abandono
requieren de articulación entre las políticas públicas, las políticas institucionales y la
toma de decisiones de los individuos.
Las políticas públicas deben atender a
los factores que afectan la permanencia de los estudiantes en la Educación Superior desde antes que el estudiante llegue a la universidad, favoreciendo una Educación Media
de calidad, condiciones necesarias para
que el acto educativo se lleve
a cabo
(incluyendo instalaciones, transporte, becas, comedores, atención médica) y orientación vocacional
que permita a los individuos orientar su desarrollo personal y proyectarse en el mercado productivo.
Igualmente estas
políticas deben
extenderse de la Educación Media a
la S11uperior.
Le corresponde
a las instituciones de
Educación Superior, articuladas con las políticas de Estado,
definir también las propias para ser más eficientes con los recursos disponibles, es decir,
asegurar
la formación profesional con las particularidades propias que
cada institución define para
sí misma y ofrecer el sistema de apoyo y acompañamiento requeridos para atenuar los índices de abandono. Debido a la complejidad del fenómeno del abandono esta oferta
deberá estar en función de las múltiples relaciones que se establezcan entre
el
financiamiento del Estado, de instituciones privadas y organizaciones no gubernamentales. Ello permitirá que se atiendan necesidades para permanecer
en
la institución educativa, favorecer procesos de
transición hacia otras carreras o instituciones o el desarrollo de proyectos
de
vida para reorientar los objetivos
profesionales y la vida
productiva.
Finalmente, las políticas tanto públicas como institucionales deberán favorecer
que los individuos logren su desarrollo personal, ciudadano y
productivo, lo cual puede requerir la permanencia o no en los estudios universitarios.
El abandono,
en la medida que es una decisión
informada, no tiene que representar un fracaso para el individuo, claro ejemplo de ello lo tenemos
en
personajes emblemáticos como Bill Gates o Steve
Jobs.
Cada persona
debe ser capaz de valorar sus objetivos de vida y decidir un desarrollo productivo, en un determinado momento de su vida,
que no tiene que ver necesariamente con los estudios de Educación Superior. Es importante entender
que en la sociedad del conocimiento son muchas las opciones formativas que tienen los individuos
y que
todo abandono es temporal mientras la persona esté viva debido a que siempre hay
posibilidades de reincorporarse a los estudios superiores.
Las políticas públicas, las institucionales y
el
proyecto de vida de los individuos deben
articularse para asegurar la información, los acompañamientos y apoyos necesarios, a fin de favorecer el desarrollo personal y ciudadano en el marco de las ofertas de
las instituciones y del Estado. Desde esta perspectiva se considera que no se puede denominar como deserción ninguno de los
casos de desincorporación antes de
obtener el grado, debido a que todo individuo
está en la libertad de hacerlo en la medida que toma decisiones
informadas. Lo que debe evitarse es que los individuos por situaciones socio-económicas, políticas o culturales
afecten su objetivo
de formarse como profesionales universitarias teniendo todas las condiciones académicas y el deseo personal. Por lo complejo del fenómeno, esta es una tarea
que debe comenzar desde los niveles previos del sistema
escolar y complementarse con acciones particulares
en la Educación Superior.
Referencias
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*Tulio Ramírez. Coordinador
del Doctorado en Educación y del Postdoctorado en Filosofía y Ciencias de la
Educación de la UCV. Universidad de adscripción: Universidad Central de
Venezuela (UCV).
**Ruth Díaz Bello. Licenciada en Educación, mención Orientación Escolar
(UCV). Maestría en Psicología Social (UCV). Doctorado en Ciencias de la
Educación (UNESR). Postdoctorado en Filosofía y Ciencias de la Educación (UCV).
Profesora Titular Escuela de Educación (UCV). Gerente de Planificación,
Desarrollo y Evaluación Curricular del Vicerrectorado Académico de la UCV
(desde 2008). Universidad de adscripción: Universidad Central de
Venezuela (UCV).
***Audy Salcedo. Profesor Titular Escuela de Educación de la UCV.
Licenciado en Educación Mención Matemáticas (UCV). Magister en Educación,
Mención Enseñanza de la Matemática (UPEL). Jefe del Centro de Investigaciones
(2009-2011). Coordinador Ejecutivo Programa de Cooperación Interfacultades UCV
(2012-2016). Universidad de adscripción: Universidad Central de Venezuela (UCV).
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