CREATIVIDAD E
INNOVACIÓN DESDE
LA PERSPECTIVA
DE UN DOCENTE
Scarlet Teresa
Arámbula Navarro*
Universidad de Oriente (UDO)
Recibido:
28/09/2016 |
Aprobado:
13/02/2017 |
RESUMEN
El cambio de época advierte el
emerger de una nueva forma expresiva en el campo del saber. En este complejo contexto, la educación en su quehacer está siendo
objeto de duras críticas por su limitada acción social, didáctica y gerencial
para promover una cultura de calidad educativa: reclamando la inclusión de
nuevas visiones y rupturas paradigmáticas, enfatizando la capacidad creativa e
innovadora como premisa concepto de la realidad social y emplazando un docente
apto para gerenciar su práctica en el aula al concebir la educación como
expresión humana, sensible y liberadora, con el propósito de formar un hombre
pensado para vivir y triunfar en el siglo XXI. Este ensayo es fruto de una
investigación en la que el método hermenéutico-dialéctico lo transversa, con el
que se persigue dar un aporte de un nuevo referente epistemológico y ontológico
que promueva el desarrollo de una gestión docente fundada en la creatividad y
la innovación.
Palabras clave: creatividad; innovación;
gerencia de aula; calidad educativa.
CREATIVITY AND INNOVATION
FROM THE TEACHER’S PERSPECTIVE
ABSTRACT
Our changing
times forewarn the emerging of a new form of expression in the field of
knowledge. In this complex context, education is being strongly criticized for
its limited social, didactic and managerial action for the promotion of a
culture of quality education. Such criticism addresses the issues of reclaiming
the inclusion of new visions and the breaking of paradigms; the creative and
innovative capacity as prime concept of social reality; and a teacher who is
capable of managing their classroom practice and who conceives of the education
as a human, sensible and liberating expression that may form a man aimed at
living and succeeding in the XXI century. This essay is the result of research
work traversed by a hermeneutic-dialectic method whose purpose was to
contribute with a new epistemological and ontological referent that promotes
the development of a teaching practice founded on creativity and innovation.
Key words: creativity; innovation; classroom Management; educational quality.
Introducción
La sociedad
contemporánea está siendo impactada en las prácticas sociales que caracterizan
la cotidianidad y sus tradicionales estilos de vida, por los crecientes
procesos de globalización y el preponderante despliegue de factores
tecnológicos y económicos. En su interacción y recursividad delinean una forma
de vivir marcada por la multiculturalidad, el plurilingüismo, la geografía sin
fronteras y, sobre todo, por la angustia incesante de la pérdida de sentido
existencial ante la exterioridad que significa el consumismo, la obsolescencia,
la ficción como máxima expresiones de un orden civilizatorio en el que se
cuestionan o resquebrajan instituciones supuestamente abocadas a propiciar
sentido y transcendencia a nuestra
acción existencial.
En el contexto de la crisis civilizacional contemporánea, la educación como
práctica para la formación y liberación está siendo objeto de duras críticas,
entre otras cosas, por su limitada acción en el creciente deterioro de valores
morales, vacío existencial, reduccionismo en la explicación de la realidad,
desintegración familiar, adicciones, marginación y pérdida del sentido de la
vida. Desde estas críticas, se demanda de las instituciones educativas
transformaciones fundamentales en las tradicionales y aparentemente ya agotadas
formas de hacernos pensar, conocer y sentir, reclamando en la ruptura
paradigmática, la inclusión de nuevas visiones que enfaticen “…la importancia
de la capacidad creativa como una premisa concepto de la realidad que se le
enseña, y sobre la propia responsabilidad en cuanto un creador activo de
aquella, tanto físico, como social...” (Klimenko, 2008, p. 192).
Las nuevas reinterpretaciones epistemológicas del conocimiento, lo
disciplinario y las concepciones ontológicas acerca del papel de la educación
en la búsqueda de sentido de quienes aprenden y enseñan, la rescatan y la
repostulan como acción educativa transcendental en la valoración del hombre en
su condición de talento humano, inacabado, contingente y con potencialidad de
llegar a ser. Todos estos factores reclaman a un educador con otra manera de
gerenciar su quehacer en el aula al concebir a la educación como expresión
humana, sensible y, principalmente, liberadora. En ese contexto, el docente debe
tener un perfil de competencias que lo configure ontológicamente,
epistemológicamente y metodológicamente en un ser apto para enfrentar una
contemporaneidad en crisis, mecánicamente fundada en el discurso unilineal,
racionalista y que niega lo diverso.
Imaginario versus escenario de un docente del siglo XXI
Aspiramos a un docente éticamente comprometido con el cambio y
transformación de sí mismo, por lo tanto, cargado de alteridad, proxemia y sensibilidad
extrema, competente al visualizar la educación como acción social que permite a
todos por igual, a través de los procesos de transformación, hacer productivos
sus talentos y todas sus capacidades de innovar, en pro de la incursión de los
estudiantes en un proceso ontológico de búsqueda de sentido y autonomía
personal. Hablamos definitivamente de un docente, que se reinterpreta en su
acción, fundamentada en el aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser, como
primordiales competencias intelectuales, sociales e intrapersonales de la
educación del siglo XXI (Delors, Al Mufti, Amagi, Carneiro, Chung, Geremek, Gorham, Kornhauser, Manley,
Padrón Quero, Savané, Stavenhagen, Won Subr y Nanzhao, 1996).
Asimismo, este docente del siglo XXI al considerarse un ser perteneciente a
un mundo globalizado marcado por un desarrollo y aprendizaje colaborativo debe, como se expresa en las Normas UNESCO
sobre Competencias en TIC para Docentes. Directrices para la aplicación (2007) y tomando en cuenta sus tres enfoques, encarar,
internalizar y desarrollar sus competencias al:
Incrementar la capacidad (…) para comprender las tecnologías, integrando
competencias tecnológicas en los planes de estudios (enfoque de nociones
básicas de tecnología). Incrementar la capacidad (…) para utilizar los
conocimientos con vistas a añadir valor a los resultados de la economía,
aplicando dichos conocimientos para resolver problemas complejos y reales (enfoque
de profundización de los conocimientos). Aumentar la capacidad (…)
para innovar, producir nuevos conocimientos y sacar provecho de éstos (enfoque
de creación de conocimientos). (p. 3)
Tomando en cuenta
estos tres enfoques, este docente, como reflejo de la transformación de la
crisis contemporánea, debe estar impregnado de un elevado compromiso ético
hacia ellos mismos y hacia la comunidad educativa. Compromiso que demanda un
estilo de vida, una escala de valores orientada a lo humano y a la construcción
de una sociedad más justa, colaboradora y equitativa; por lo tanto, con
manifiesta vocación de paz, el respeto a la vida y a la diversidad. Docente que
antes de verse o percibirse como “ser dado” se considera como “ser dador”, por
ello, debe estar en constante aprendizaje liberador, superación y formación
permanente, actualizando e interiorizando perennemente su propio papel para
contribuir significativamente a lo más eminente en el desarrollo personal y
social de las nuevas generaciones.
En este
orden de ideas, el ámbito venezolano entra en correspondencia con el nuevo
contexto pedagógico y paradigmático que se ha venido planteando, tomando en
cuenta las políticas públicas educativas y el Programa del Plan de la Patria,
insumo para el debate 2013-2019 (República
Bolivariana de Venezolana, 2013), el cual reseña que
“la creatividad re-quiere necesariamente la máxima autonomía de pensamiento y
cultura, y por lo tanto la máxima independencia política, económica y
tecno-cien-tífica posible” (p. 3). Asimismo, se retoma y se enfatiza en las Orientaciones Pedagógicas para el año escolar
(2015-2016), como finalidad el desarrollo humano integral, teniendo “…como ejes: la
investigación, la formación, la creatividad y la innovación” (p. 8), donde a
través de la llamada pedagogía del
amor, se quiere contribuir al “…
desarrollo de la personalidad de las y los estudiantes en un clima afectivo, de
seguridad, alegría, espiritualidad, confianza y respeto que favorezca la (…)
creatividad así como la interpretación, comprensión y transformación del mundo
en que vivimos” (p. 17).
Estas políticas públicas educativas persiguen a nivel nacional, un
cambio en la forma de concebir la educación, apareciendo como protagonista en
la transformación social, buscando que esta sea una educación creativa, crítica
y liberadora, en marcos organizativos que garanticen su carácter público,
gratuito, inclusivo y de calidad, que en su sentido más amplio, en lo social,
den respuestas al momento histórico concreto. Al ir asumiendo nuevos referentes paradigmáticos de
carácter innovador, se han establecido dichos cambios, y al mismo tiempo
persigue alcanzar una cultura de calidad educativa. En este sentido, Cabezas y
D´Elia (2008) exponen que esta búsqueda no ha alcanzado los resultados
esperados, destacando aspectos tales como rendimiento estudiantil, deserción escolar y el limitado volumen de educadores
actualizados en nuevos procesos pedagógicos.
El análisis
histórico en el período (1997-2007) de los cambios curriculares en el
subsistema de Educación Básica, en el nivel de Primaria, permiten percibir que
el sistema educativo ha ido transitando por diversos paradigmas, resultando de
una visión conductista a una cognitiva, y en la actualidad al fortalecimiento
del paradigma constructivista. Orientación que de alguna forma ha ido
modificando la praxis educativa, donde la didáctica está centrada en procesos,
que tiene como ejes la investigación, la creatividad y la innovación. Así se
observa planteado en la Ley Orgánica de Educación 2009, en su artículo 14:
(…) la didáctica está centrada en los procesos que tienen
como eje la investigación, la creatividad y la innovación, lo cual permite
adecuar las estrategias, los recursos y la organización del aula, a partir de
la diversidad de intereses y la necesidad de los y las estudiantes.
Al concebir la
praxis pedagógica de esta forma, se aspira
que el docente del siglo XXI asuma, aparte del manejo y dominio de los conocimientos y la tecnología,
una nueva concepción pedagógica, donde se le exige unas elevadas dosis de
formación permanente, creatividad e innovación, concebidas no solo como
competencias, sino también como condición ontoepistemológica de
autorrealización como forma de vida. Un docente que ponga a la orden de su
gerencia de aula todas sus habilidades y competencias creativas en pro de una
didáctica novedosa, que dé respuestas a las necesidades e intereses de sus
estudiantes en una realidad concreta; donde surjan pensamientos generadores de
interrogantes vinculadas a la acción gerencial del aula asociados a estos
particulares procesos, específicamente: ¿cómo interviene la creatividad y la
innovación en la gerencia de aula?, ¿cuáles son los diferentes factores que
inciden en la creatividad y la innovación de la gerencia de aula?, ¿cómo se
relaciona la gerencia de aula, creatividad e innovación como factores que
promuevan la cultura de calidad educativa?
Gerencia, creatividad e innovación,
de la teoría al imaginario de un docente
El cambio epocal que advierte el posmodernismo, el
emerger una nueva racionalidad, una nueva sensibilidad, la emancipación del
hombre, la deconstrucción, la sociedad
empática, una nueva forma de pensamiento, con sus propias propuestas, sus
propias categorías y sus propias y diferentes formas expresivas en el campo del
saber, caracterizan esa emergencia de pensamiento del siglo XXI.
En el surgimiento de esta nueva forma de percibir, vivir, sentir y
recrear la praxis educativa, se conforma el Paradigma
de la Gerencia guiada por el Aprendizaje (Ruíz 2007), donde se plantea
establecer una correlación entre el saber qué hacer para enseñar aprender, y la
forma en cómo se facilita y se guía el aprendizaje. Exigiendo al docente que
deje a un lado la forma clásica de enseñar para comprender y comprometerse con
las diversas maneras de aprender, estableciéndolas como base que permita
ofrecerle al alumno distintas oportunidades para el razonamiento, la solución
de problemas y el procesamiento de información, a través de una praxis
pedagógica fundada en la creatividad y la innovación como factores gerenciales
del aula, y en el constructivismo como cimiento curricular, donde el
pensamiento crítico lleve al conocimiento de la realidad, por medio de la
afirmación de juicios de verdad a través de la criticidad.
Un
docente, que se considere gerente de su aula, debe caracterizarse por diseñar
estrategias de enseñanza y aprendizaje que conquisten al alumno y lo lleven a
relacionar lo aprendido con su cotidianidad, que logren su emancipación, su
empoderamiento, y así, juntos, puedan construir un aprendizaje significativo;
donde este maestro “gerente”, inmerso en una gerencia ávida de procesos
novedosos en la planificación, organización, dirección y control, logren
interrelacionarse de forma eficaz y eficiente con elementos primordiales como
la creatividad y la innovación en estos procesos gerenciales. Castellanos
(2006) nos recuerda que:
La gerencia de aula está referida a todo
lo que el docente hace en el aula que no es instruccional, no constituye ningún
desacierto en afirmar que el docente debe ser en el aula, aparte de un
eficiente y efectivo MAESTRO, un efectivo gerente de tiempo, tarea social,
conflicto, comunicación, toma de decisiones, cambio, diseños físicos, ambientes
físicos, tarea académica, motivación, innovación, etc, etc. (p. 1)
Bajo este
enfoque, la gerencia de aula es transcompleja porque no está referida a
meramente dar clase bajo un proceso mecánico y lineal, sino que requiere del
manejo de una serie de elementos organizacionales donde son importantes la
previsión y procedimientos para establecer y mantener un ambiente en el cual la
enseñanza y el aprendizaje puedan suceder, sin olvidar, claro está, que la temporalidad y el momento histórico
concreto conllevan a establecer una búsqueda constante de estrategias
gerenciales orientadas y demandadas por la sociedad actual.
Se interpreta a la gerencia
de aula como la capacidad creativa e innovadora del docente y por ende de las
instituciones, donde la gestión del conocimiento es concebida como el
“desarrollo intencionado de una competencia de las personas y la organización,
es decir, como una innovación apoyada en un proceso interactivo de aprendizaje
en el que los involucrados aumentan su competencia a la vez que se ocupan de la
innovación” (Minakata, 2009, p. 14), convirtiéndose en el principal apoyo o
apalancamiento para establecer con firmeza una gerencia de aula con ventajas
profesionales e institucionales perdurables en el tiempo. Fundando así un enfoque gerencial creativo e innovador
orientado a crear
una cultura organizacional en la cual se aprende en la solución de cada oportunidad y de cada problema, abordado en equipo, con un trabajo
colaborativo, con comunicación abierta y fluida, en un clima de confianza,
optimismo, autoestima, satisfacción, sentido de identidad y de pertenencia; y
otras competencias, valores y principios más específicos.
De la
Torre (1997) ha considerado este siglo como el
siglo de la creatividad, en la que esta debe ser vista como una competencia
que posee toda persona, como una actitud ante la vida, para darle forma más parecida al sujeto y afín con
sus necesidades. La conciencia social de la creatividad depende de los
atributos personales y las exigencias sociales que la promuevan o la sancionen,
así la actitud creativa dependerá de su aceptación, lo que trae como
consecuencia, según De la Torre, un bien social, como la salud o la educación,
las cuales serán garantía del bienestar y desarrollo personal y social. Esto
permite concebir la creatividad como una fuerza que irrumpe en lo más hondo del
ser sin hacerle daño alguno y que, a su vez, es proyectada sobre las
instituciones en las que actúa, permitiendo su transformación social en la
búsqueda de la calidad de vida.
Este
enfoque teórico de la creatividad se perfecciona al relacionarlo con el
planteado en el “Modelo Sistémico de Mihaly Csikszentmihalyi” (citado por
Ramos, 2006); la persona se percibe como parte de un sistema de influencia e
información recíproca, donde el complejo contexto donde se interrelaciona el
individuo debe tratar de ser comprendido. La creatividad no es concebida como
una acción individual sino el producto de tres (3) fuerzas; como un fenómeno
que resulta de la interacción entre tres factores, los cuales son: el personal, los individuos en sí; el campo, representa el trabajo, los
roles que desempeña esa persona, su oficio; y por último, el medio ambiente o dominio, que ofrece
oportunidades o resistencias a la persona creadora.
Estos
tres factores, el personal, el oficio y el dominio, deberían estar conjugados
en la praxis pedagógica de hoy, donde el docente se convierte en el gerente de
su aula, en la que se desarrollan y operan factores internos y externos que
interactúan entre sí afectando su acción gerencial, incentivándolo a buscar
apoyo en la creatividad y la innovación para diseñar estrategias didácticas en
pro de erigir una cultura de calidad educativa que toma en cuenta el cómo
enseñar y el cómo aprender; haciendo como obligante entender que en la escuela se produce una especial
relación intersubjetiva cuyo objetivo es el aprendizaje. Entonces, el modo de
existir en la escuela “(…) es un patrón de interacciones entre sujetos”
(Casassus, 2003, p. 84), donde se deja de
lado el método tradicional como fuente de aprendizaje, embarcándose en un viaje
lleno de asombro hacia la construcción de esa nueva didáctica innovadora, que
hará más cercano, más propios del estudiante los saberes que construyen,
haciéndose imperativo desarrollar el potencial creativo.
El docente no solamente debe estar
consciente de su capacidad como ser
creativo, sino que también el alumno debe hacer llamado de ella para poder
construir su propio aprendizaje, conjugándose de este modo la capacidad de
ambos en el proceso de enseñanza y aprendizaje como lo requiere en la
actualidad el sistema educativo venezolano; en los que también debe estar
presente la innovación como proyecto social de la creatividad que trae como
resultado el crecimiento personal, institucional y social, en pro de “…aportar
ese “algo diferencial”: se trata de una transformación que persigue concebir e
implantar nuevas reglas de juego competitivo en un sector determinado”, como lo
es el educativo (Ordóñez, 2010, p. 128).
Esta concepción derivada del marketing
educativo, sitúa a las instituciones educativas tanto públicas como privadas
ante el desafío de entrar y al mismo tiempo mantenerse persistentemente en el
juego de la competitividad institucional, donde tanto su visión como su misión
deben ir de la mano con un planeamiento estratégico en pro de solucionar de
manera creativa las dificultades presentes y se sienta como necesidad vital la incorporación
de la innovación en la gestión y desarrollo institucional basado en un proyecto
curricular, el cual deberá ser percibido como una herramienta permanente en la
búsqueda de la innovación educativa, concebida como:
(…) el resultado de un
proceso de búsqueda, promovido intencionalmente desde la “gestión
institucional”; está ligada a tensiones internas que inciden en la construcción
de la identidad y en el ejercicio de la autonomía; abarca la totalidad de los
factores intervinientes en el hecho educativo, y aporta soluciones pertinentes,
específicas, novedosas y superadoras frente a necesidades y problemáticas
reales. (Moschen, 2008, p. 17)
Imaginando
la creatividad y la innovación, según lo expresado, como esas características
personales que intervienen en todo proceso cognitivo, en esa manera de producir
soluciones a los problemas, inmersas en la forma como se perciben los cambios
constantes de la sociedad actual y del sistema educativo, realmente se hace
imperativo, concebir al docente con actitud creativa, la cual lo coloca:
(…) en
una multiplicidad de perspectivas, en la posibilidad de «ver de nuevo», (…) se
opone a la inercia, a la rutina de la repetición, a la continuidad, a la misma
forma de entender causas y efectos. (…) precisa salir de los límites estrechos,
ir más allá, dejar en suspensión el discurrir automático para poder apreciar
otro tipo de relaciones; permite jugar con la metáfora en la descripción de lo
que existe, revisar los esquemas que utilizamos para entender la realidad: abrir
la puerta a la aparición de respuestas imaginadas. (Pérez Alonso-Geta, 2009, p. 190)
De todo ello se
deduce, que el docente del siglo XXI debe realmente dejar de
verse como ese dador de clases, cambiar su perspectiva con respecto al proceso
de enseñanza y aprendizaje, al visualizarse como el gerente de aula con
competencias creativas que lo conduzcan a la innovación reclamada por el aquí y
el ahora.
Asimismo, debe reflexionar que en la gerencia de aula la mayor
debilidad se registra en la carencia de recursos didácticos, la
operacionalización del modelo curricular, excesiva carga de responsabilidad que
se le impone, la carencia de incentivos motivadores que reconozcan su esfuerzo
productivo, creatividad y aportes de significativa calidad (Méndez 2009). La realidad
delineada sobre lo que tiene que enfrentar y vivir el docente de hoy, esbozan con claridad que la praxis pedagógica
dependen de saber
que sus procesos de pensamiento, conscientes e inconscientes, influyen en su
gerencia de aula; que la “(…) esencia de la acción gerencial hoy es imaginar, visionar, crear,
innovar, integrar, hacer seguimiento, saber ser para integrar al hacer, lo cual
constituye al rasgo fundamental de la gerencia: la acción” (Rondón, 2012, p.
28), es
saber que la concepción que éstos tengan sobre la creatividad y la enseñanza
promoverá o dificultará su desarrollo en los estudiantes, por tanto, el docente
debe comprender las concepciones que tienen sobre la creatividad e innovación
en la enseñanza, y de qué manera se reflejan éstas en su práctica pedagógica.
El docente
aparte de concienciar, entender, y razonar todas y cada una de las debilidades que presenta en la actualidad la gerencia del aula en el
sistema educativo
venezolano, es crucial que visualice la importancia que
tienen la creatividad y la innovación, como una forma de vida, como elementos
indispensables en la forma de actuar, de percibir las cosas, y sobre todo, lo
beneficiosas que son para lograr el desarrollo integral del individuo y por
ende minimizar la presencia de debilidades, aprovechando las oportunidades y
reestructurando las restricciones en pro de la cultura de calidad educativa.
Para alcanzar un ambiente propicio para el desarrollo de la praxis
pedagógica, marcado por la comunicación asertiva, reflexión crítica y autorregulación durante el proceso que implica la construcción y reconstrucción de los
saberes, se hace imperativo, que cada docente reconozca en su
perfil lo que lo representa como un educador del siglo XXI, un educador
creativo, con esas características que debe poseer tanto intrínsecas como extrínsecas
que, según Ramos (2006), son: a) propiciar ambiente creativo, b) valorar la
creatividad, c) desarrollar y perfeccionar las facultades creadoras, d) ser el
mejor estímulo para sus alumnos, e) poseer el valor de la creatividad, f) ser intuitivo,
afectivo y refinado, g) desarrollar sensibilidad estética, h) tener una mente
flexible, i) poseer autoestima elevada, j) ser de espíritu “ligero”, k) estar
seguro de su propósito en la vida, l) ser entusiasta, diligente, observador,
inquisitivo, m) estar identificado con sus alumnos, n) percibir las señales
creadoras, ñ) descubrir a quien se caracteriza como “único”, o) curiosidad
intelectual, p) investigador incansable, q) valorar tanto el proceso como el
producto y sobre todo, hacer posible el disfrutar de la alegría de poder crear.
Todas estas características conjugadas en ese ser darían pie y respuesta a
una praxis pedagógica demandada por esta aldea global en la que se está inmerso, y sobre todo, a esa imperiosa
necesidad de cambio que reclama el sistema educativo venezolano, que urge de un
nuevo modo de actuar y sentir la educación distinta, ese docente, gerente de su
aula. Esa nueva forma de concebir al
docente del siglo XXI, demandan particularidades que lo personifiquen como un
gerente de su aula, donde
se destaca la necesidad de capacitar al talento humano para modelar el capital
intelectual con el cual prospera una organización y un país, brindándole la
oportunidad de enriquecer las diferentes capacidades conceptuales,
procedimentales y actitudinales bajo enfoques de paradigmas modernos que
conciban al líder como un ser visionario, proactivo, dinámico, creativo, con
gran capacidad de influir ante los demás para lograr obtener de manera
sinérgica, la calidad y productividad en los procesos organizacionales.
Toda institución
educativa, integrada por un capital intelectual, con docentes que se conciban
gerentes de aula, puede ser imaginada como una organización inteligente;
visualizada desde el Modelo de Calidad Total de Malcom Baldrige (citado por Millán, Rivera
y Ramírez, 2001, pp. 34-49), como una organización que posee una cultura de
calidad, que no solo persiga el mejoramiento de la calidad educativa, sino que
a través de un líder visionario que participe en el desarrollo de sistemas,
estrategias y métodos le permitan conseguir la excelencia institucional, a
través de una educación centrada en el aprendizaje donde se enfatiza la
planificación de ambientes que ofrezcan oportunidades donde los estudiantes
puedan desarrollar al máximo sus potencialidades para que sean capaces de
mantener el ritmo de esta nueva civilización.
En concordancia
con lo planteado, se necesita de un aprendizaje individual e institucional que
signifique el mejoramiento constante de los procesos gerenciales en virtud de
los continuos cambios y establecimiento de nuevas metas, de una valoración de
los profesores y del personal de apoyo que le permita desarrollarse en su
praxis pedagógica, así como contribuir en el perfeccionamiento de políticas
institucionales y planes curriculares donde aplique su creatividad y se estime
el desempeño de excelencia, con un enfoque hacia el futuro por medio de una
planeación estratégica que le permita avizorar los cambios que la amenazan, de
una administración para la innovación que le permitan generar cambios en la
calidad de los servicios que presta como
institución educativa.
La cultura de
calidad educativa busca como resultado la efectividad institucional que
contribuya al fortalecimiento del aprendizaje, permitiendo el ejercicio de
valores y prácticas organizacionales que la ayuden a utilizar los recursos más
eficientemente, mejorar su comunicación organizacional, su productividad y
alcanzar sus metas estratégicas sustentables a mediano y largo plazo en
comunión con su responsabilidad pública y ciudadana.
Estos valores y
prácticas permanentes en las organizaciones de aprendizaje inteligente influyen
en el proceso de pensar, aprender y crear, propiciando de manera efectiva la
gerencia del conocimiento, tanto individual como colectiva, en total armonía,
con el fin de trabajar por una visión compartida, donde la calidad esté medida
por la eficacia, eficiencia y efectividad de los procesos gestados en las
instituciones educativas, que conviven con el fin de obtener como producto un
hombre pensado para vivir y triunfar en el siglo XXI.
Reflexión final
Al confrontar el
imaginario del docente con la realidad concreta a la cual pertenece, en la que
se configura como ese docente “otro”, en conflicto entre lo que piensa, siente
y vive, contra lo que ve, vive y piensa en esta realidad cambiante y áspera
cada día más, lo obliga a enfrentar y a “atreverse”
a reconocerse como un docente del siglo XXI desde su “mismidad” y desde su
“otredad”. El verbo “atrever” según el diccionario de la Real Academia Española
deriva del latín “tribuere” que
se traduce como “atribuir” que sería como determinarse a algún hecho o dicho
arriesgado. Partiendo de esta aseveración, la connotación que se quiere
realizar del “atreverse” es el
arriesgarse como docente, gerente de aula, desde las competencias que posee a
experimentar una praxis pedagógica novedosa centrada en los intereses y
necesidades del estudiante.
En esta aula creativa, el proceso gerencial debe ser
ejercido desde la visión y la misión de guiar la formación y configuración de
ese hombre que pertenece a esta contemporaneidad. Su gestión debe estar
centrada en las necesidades, potencialidades y habilidades de ese estudiante
contemporáneo, aceptándolo con toda su condición de pertenecer a esta
circunstancia de vida, dejando de lado una vez por todas ese estilo de
enseñanza tradicional, marcado por lo mecanicista, lo preformativo. Que se
atreva desde lo epistemológico y lo ontológico a salir y cambiar ese estilo de
enseñanza confuso, donde enseña desde el pasado, coqueteando con el presente al
hombre del futuro.
Se le hace una
obligación tomar las riendas de su proceso gerencial de aula en el que asuma
dejar a un lado su zona de confort y protección, atreviéndose a vivir una
docencia que dé respuestas a lo que estos estudiantes modernos realmente
necesitan. Tomando esos lineamientos emitidos por el ente rector, vistos como
un factor endógeno que rodea e influye su acción gerencial, como la oportunidad
de crear experiencias de aprendizaje al interpretar desde el conocimiento que
realmente se está solicitando, dando respuesta a este no desde el miedo, desde
la coacción o desde la acción mecánica, sino desde su interpretación real.
Es imperativo
involucrar a los padres y representantes en la acción pedagógica, para que
ellos entiendan el rol fundamental que juegan en la construcción de ese hombre
del futuro y asuman su responsabilidad. Incentivándolos a que tomen partido en
ese proceso, pero no viéndolo como una imposición sino que sea vivido como una
experiencia de vida, haciéndoles entender que la participación va en conjunción
con lo que se hace en el aula, en la que la tríada docente/alumno/familia debe
accionar como un engranaje de experiencias creativas e innovadoras y la
cotidianidad que marca a este estudiante sea el eje central para obtener un
aprendizaje significativo.
El docente debe
entender que su acción se extiende hasta el hogar de este estudiante, que al
practicar una acción gerencial centrada en el alumno significa que toda
experiencia educativa debe reflejar su pasión, entrega y, sobre todo, el
dominio cognitivo de lo que se desea enseñar. Asumiendo con humildad su
desconocimiento, en ocasiones, de lo que realmente el estudiante desea
aprender, dejando el miedo a instruirse en lo que sea necesario y se convierta,
a la par de él, en un estudiante incansable, dando respuesta en forma conjunta
a las necesidades del hombre contemporáneo.
Para conseguir
configurarse como ese docente gerente de aula es imperativo que realmente se
convierta en un creativo de experiencias de aprendizaje novedosas enmarcadas en
el contexto del estudiante, en el que se ofrezca la oportunidad de ir más allá
de lo cercano y fácil y, a través de estas oportunidades, realmente se active
en ese estudiante un pensamiento crítico, que le permita actuar sin miedo a fracasar y vea la equivocación como un
detonante para entender y aprender, no para sentirse fracasado.
Crear experiencias
novedosas de aprendizaje es atreverse, si es necesario, a trasgredir, en el
buen sentido, la norma, que esta no sea una camisa de fuerza que obligue al
docente a seguir amarrado a una práctica confusa de enseñanza y aprendizaje,
donde se diga que está fundada en un paradigma constructivista pero se ejecute
desde un paradigma cognitivo. Se insta a que ese docente se atreva a ejercer su
acción gerencial desde la innovación verdadera, lo cual implica una
investigación profunda enmarcada con claridad en objetivos precisos de lo que
desea alcanzar, comprendiendo que el repetir estrategias empleadas de forma
asertiva por otros colegas no necesariamente implica que lo van a ser para él,
ya que cada realidad tiene circunstancias parecidas pero, al mismo tiempo, muy
diferentes.
Para ofrecer experiencias
de aprendizaje creativas e innovadoras, el docente debe conceptualizar
claramente qué significa para él la creatividad y la innovación, construir de
forma profunda y razonada estos conceptos (¿qué implican, qué esconden?) y
vivir una total entrega, un trabajo incansable e inacabado cada día. Que el ser
creativo e innovador no debe responder a una moda sino a un estilo de vida,
concientizado y aceptado. Para alcanzar esta forma de ejercer la acción
gerencial en el aula no existen recetas, estas deben construirse cada día en
alianza con el estudiante y su representante.
El docente del
nuevo siglo debe erigir una calidad educativa en la institución en la cual hace
vida, donde se atreva a enfrentarse a esa realidad acomodaticia a favor de lo
externo, del que dirán, del complacer al otro, de la extrema flexibilidad, que
construya una calidad educativa fundada en alcanzar objetivos claros, tangibles
y adaptados a la realidad y en consonancia a las necesidades y aspiraciones de
los estudiantes y de cada miembro de esa comunidad educativa. Crear una cultura
de calidad en consonancia con las exigencias de este siglo, que obliga al
docente a una formación permanente, a estar informado, a ver las cosas más allá
de su propia realidad.
Se aspira a que
este docente “otro” enfoque su acción gerencial desde el atreverse a ver las
cosas de manera distinta, atreverse a experimentar otra forma de hacer y ser
docente, atreverse a disfrutar la acción de enseñar y de aprender, atreverse a
cambiar lo establecido por lo novedoso, atreverse a jugar con la creatividad e
inventiva tanto en su forma de gerenciar como de practicar la acción docente,
atreverse en el puesto del otro sin miedo, atreverse a equivocarse para luego
poder reflexionar, atreverse a transformar paradigmas y crear nuevos, por
último, atreverse a ser un docente en el siglo XXI.
Conclusiones
Para finalizar
se hace mención de una serie de declaraciones
aplicables a incentivar procesos de creatividad e innovación fundados en el
ser, hacer, conocer, crear , vivir juntos, reflexionar y valorar, en los que
ese docente, “otro”, “gerente de aula”, “docente del
siglo XXI”, tenga como impulso el atreverse a ajustarse, conformarse, y
construirse en su condición humana y pedagógica, orientado bajo criterios
ontológicos de búsqueda de sentido y trascendencia a través de la creatividad e
innovación, donde el cómo, cuándo, con qué, y para qué, sean claves para marcar
de manera decisiva su praxis pedagógica. Se propone:
1. Comprender que las aulas de clase están llenas de
estudiantes que pertenecen a una generación distinta a la suya, que estos
estudiantes pertenecen a la postmodernidad, los cuales son sujetos que sus
intereses y necesidades la piensan, la viven y la respiran a través de la
tecnología, desde la creatividad y la innovación.
2. Emprender círculos de estudios donde se pueda analizar,
desestructurar, estructurar, comprender e interpretar el currículo oficial,
para así poder administrarlo con eficacia y eficiencia, sin perder el norte que
es el estudiante.
3. Realizar talleres de creatividad que sean capaces de
trascender en el tiempo y en el espacio, donde se entienda que la creatividad
es un estilo de vida fundada en el conocimiento, en la experiencia, y sobre
todo, en ver las cosas desde otro punto de vista, en fin, entender que la
creatividad sirve para atreverse a alcanzar objetivos y metas desde otra
perspectiva para lograr la innovación educativa.
4. Realizar jornadas de actualización sobre el uso de la
tecnología en el aula como herramienta didáctica.
5. Emprender en las instituciones educativas un plan,
proyecto o programa en pro de alcanzar la calidad educativa a través de una
gerencia de aula con base en una praxis pedagógica novedosa fundada en la
creatividad y la innovación, entendiendo que la creatividad están estrechamente
vinculada, pero al mismo tiempo va más allá del uso de la tecnología.
6. Atreverse a vivir la
docencia desde lo más profundo del ser con convicción, compromiso, pasión y
optimismo.
7. Atreverse a ser
gerente de aula donde el centro de su acción gerencial sea los intereses y necesidades
de sus estudiantes.
8. Atreverse a construir
una verdadera calidad educativa enmarcada en una realidad concreta y cambiante
a través de un trabajo colaborativo con el apoyo de la tríada familia / alumno
/ escuela…
Y por último,
9. Atreverse a ser docentes
y alumnos creativos e innovadores en el siglo XXI.
La persistencia de un deseo.
“Soñar en grande puede ser hacer lo mismo que
estás haciendo, pero hacerlo grandioso.
Maickel Melamed,
2014.
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*Scarlet Teresa Arámbula Navarro. Magíster en Educación. Profesora a Dedicación Exclusiva de la Escuela de Humanidades y Educación de la UDO. Docente de la unidad curricular Artes Plásticas y del Componente Prácticas Profesionales. Universidad de adscripción: Universidad de Oriente (UDO), Venezuela.
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