LA RECONFIGURACIÓN ESPACIAL
DE LOS JÓVENES A TRAVÉS DE
YOUTUBE.
CASO: CIUDAD DE MÉXICO
Paola
Michelle Aranda-Ramírez* http://www.redalyc.org/autor.oa?id=21890
orcid.org/0000-0003-4530-0579 Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) |
Gudulia
Paola Moreno-Meza** clover-trebol.clamp@hotmail.com http://www.redalyc.org/autor.oa?id=21891 orcid.org/0000-0001-5445-4452. Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM) |
Gerardo
Tunal-Santiago*** http://www.redalyc.org/autor.oa?id=21922
orcid.org/0000-0002-5335-4107 Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM) |
Recibido: 10/05/2017 |
Aprobado: 25/09/2017 |
RESUMEN
En este artículo, desde la geografía de la percepción, se analiza si las redes sociales podrían influir en la
reconfiguración espacial de jóvenes estudiantes en la Ciudad de México. Para tal fin se
seleccionó YouTube como red para ser estudiada. Se trata de un estudio de caso sustentado en la
aplicación de entrevistas semi-estructuradas que permitieron explorar y describir cómo los contenidos de YouTube pueden incidir en la identidad, apropiación, pertenencia y percepción de los usuarios. Se llegó a la conclusión de que, aunque su uso no incida en la reconfiguración del espacio de los usuarios analizados, los jóvenes generan
estrategias adaptativas que favorecen o dificultan su construcción,
desconstrucción y reconstrucción en torno hacia los lugares y no lugares sin que esto implique renunciar a uno de estos. De esta forma, las redes sociales no
modifican la personalidad ya que esta se ve más afectada por el contexto social
que por los canales comunicativos o las redes sociales.
Palabras clave: youtube;
redes sociales; reconfiguración espacial.
SPACE RECONFIGURATION OF YOUNG PEOPLE IN YOUTUBE:
THE CASE OF YOUNG PEOPLE IN MÉXICO CITY
ABSTRACT
In this article , it is analyzed , from the
geography of perception, whether social network would influence in space
reconfiguration of young students in Mexico City. To that end, YouTube was
chosen to he studied. It is about a case study based in the application of
semi-structured interviews which allowed to explore and describe how contents
in YouTube may influence in identity, appropiation, membership and perception
of users. It came out to the conclusion that, even though its use does not
influence in space reconfiguration of users under study, young people generate
adaptative strategies which both encourage or difficult construction, diconstruction,
and reconstruction, towards places and no places, but this not does not mean to
resign to any one of these. Thus, social network does not change personality
but social context does.
Key words: youtube; social network; space reconfiguration.
LA RECONFIGURATION SPATIALE DES JEUNES À TRAVERS DE
YOUTUBE. LE CAS DES JEUNES DANS LA VILLE DU MEXIQUE
RÉSUMÉ
Depuis la géographie de la
perception, on analyse dans cet article, si les réseaux sociaux pourraient
influer dans la reconfiguration spatiale
des jeunes étudiants dans la ville du Mexique. Pour se faire, on a sélectionné YouTube comme réseau pour l’étudier. Il
s’agit d’une étude de cas qui s’appuie dans l’application d’entretiens
semi-structurés, lesquels ont permit d’explorer et décrire comment les contenus
de YouTube peuvent avoir une
incidence dans l’identité, appropriation, appartenance et perception des
usagers. On conclut que même si son utilisation n’a pas d’incidence dans la
reconfiguration de l’espace des usagers analysés, les jeunes génèrent des
stratégies adaptatives que favorisent ou empêchent sa construction,
déconstruction et reconstruction autour des lieux et non lieux, sans que cela
implique renoncer à ces derniers. De cette manière, les réseaux sociaux ne
modifient pas la personnalité étant donné que celle-ci se trouve plus affecté
par le contexte social que par les chaines communicatives ou les réseaux
sociaux.
Mots clé : YouTube ; réseaux
sociaux ; reconfiguration spatiale.
Introducción
Una de las expresiones más acabadas de las Tecnologías de la Información
y Comunicación (TIC) son las llamadas redes sociales, en tanto que estas
simbolizan las relaciones como líneas que unen a sujetos representados como
nodos sobre criterios alternativos a la comunicación analógica. Hacia los años
setenta del siglo XX, este tipo de comunicación se vislumbraba cuando los
mandos informáticos apropiados para sitios web eran destinados al
establecimiento de las redes sociales que surgieron a partir del momento en el
que Ray Tomlinson envió el primer e-mail, con lo que desarrolló un protocolo de
comunicaciones que permitió transferir archivos, a través de la procesadora de
Internet (Jané, 2009), lo que trastocó la estructura simbólico, real e
imaginaria, de la sociedad.
En 1994 nace Geocities, como un proyecto en
línea que precedió a las redes sociales y que ofrecía la posibilidad de poder
alojar páginas personales y encontrar cuentas no oficiales de cantantes y
películas. A pesar del gran éxito temporal de esta red, David Bohnett vendió,
en 1998, el sitio web al servicio de mensajería Yahoo!, que en 2009 la
desaparecería por completo (Pallardó, 2017). Al año siguiente de la creación de
Geocities, y aunque no adquirieron demasiada relevancia, surgieron
Classmates.com y theglobe.com como sitios que se acercaban a la definición de
redes sociales y que permitían encontrarse con los excompañeros de clase y del
trabajo. Para 1997 surge SixDegrees como la plataforma que a veces se ubica
como la primera red social, ya que ofrecía la posibilidad de crear perfiles
personales, invitar amigos, conectarse a grupos y visitar los perfiles de otras
personas. A pesar de que se ha considerado que este sitio web se adelantó a su
tiempo, la falta de un modelo de negocios viable hizo que durante la crisis
bursátil tecnológica de principios del siglo XXI[i] tuviera
que cerrar (Sedano, 2017).
El siglo XXI representó el nacimiento de las
empresas dedicadas a articular y diseñar plataformas sociales. En el 2000
nacieron Black Planet y Mi Gente. Estos lugares se sustentaban en la producción
de perfiles y la anexión de amistades sin la autorización de estas. Ros-Martín
(2009) señala que “por otro lado, sitios como CyWorld creado en 2001 o Lunar
Storm fundado en 2000 se rediseñaron para empezar a agregar funciones propias
de Red Social como listas de amigos, libros de visita y páginas personales” (p.
5). Otro de los pasos hacia la evolución de los servicios de redes sociales
comenzó con la aparición de sitios como Ryze que se creó en 2001, Tribe y
LinkedIn fundados en 2003. El surgimiento en 2002 de Friendster, la creación en
2003 de MySpace y la fundación en 2004 de Facebook marcarían el boom y el
despegue oficial de las redes sociales durante la primera parte del siglo
pasado.
La creación de Friendster inició como un
complemento a la Red Ryze y se buscaba que pudiera competir con la web de
contactos Match. La idea se basaba en la premisa de que la gente que se quería
conocer realmente debía poseer gustos similares por lo que la introducción vía
amigo de un amigo podía ser más viable que aquellos individuos que no tenían
ninguna relación ya creada. A pesar del aumento en su popularidad, el sitio se
encontró con dificultades, ya que, desde el punto de vista técnico, no disponía
de un alojamiento lo suficientemente potente para manejar su rápido crecimiento
y desde lo social la difusión, a través de los medios de comunicación
tradicionales, desequilibró. La comunidad ya creada y los usuarios pronto se
encontraron más allá de sus amistades más cercanas a sus jefes o sus propios
compañeros de trabajo dentro de ella. Para empeorar las cosas, Friendster
adoptó una serie de medidas que restringían su uso lo que destruyó su base de
usuarios (Ros-Martín, 2009).
Una de las consecuencias claves de la fuga de
usuarios de Friendster fue que MySpace logró incrementar la base de usuarios,
lo que le brindó rápidamente la oportunidad de convertirse en líder de la redes
sociales en Estados Unidos de Norteamérica, ya que muchas bandas de música rock
abrieron sus cuentas en esta red social con la finalidad de promocionar sus
trabajos y conectarse con su público. Se trataba de la primera red que le
proporcionaba al usuario la idea de sentirse identificado con la página, porque
permitía personalizar el sitio web añadiendo un código HTML específico para
cada uno.
El año 2004 representó casi el final para
MySpace ya que la llegada de Facebook cambió radicalmente el rumbo de la
historia de las redes sociales. Si bien esta última surge como un proyecto de
red universitaria, pronto su estrategia de publicidad como el correo
electrónico, los juegos virales y el boca a boca lo colocarían en la cima. Este
año fue formalmente el inicio de la revolución global de las redes sociales, ya
que la popularidad de Facebook crecía rápidamente y para el año 2006 ya era un servicio
abierto a todo público, alcanzaba los 10 millones de miembros y para 2008 se
coloca en el primer lugar del ranking de las redes sociales dejando atrás a su
predecesor MySpace (Sedano, 2017). Actualmente, se ha posicionado entre
millones de usuarios en el mundo, generando ganancias millonarias para
determinadas empresas que ven en esta red social la oportunidad para anunciarse
y acercarse a un determinado público. Desde ese momento la comunicación, los
estilos de vida, las relaciones sociales y las nuevas formas de apropiarse de
los espacios en el mundo no volvieron a ser iguales.
En conjunto al avance que tuvo Facebook, en
2005, se registra el dominio para la plataforma de videos YouTube como un sitio
que brindaba la solución al problema de compartir videos grabados en ciertos
eventos. A pesar de que otorgaba un servicio diferente a la plataforma de
Facebook, su éxito fue vertiginoso desde su creación, ya que pronto sus videos
recibían 50 millones de visitas diarias en tanto que la difusión de su contenido
no solo se limitó a videos de eventos sino que la plataforma fue ocupada por
usuarios de todo el mundo: desde artistas, anunciantes, páginas web y personas
que suben videos en blogs[ii] (Oliver, 2016).
YouTube ha crecido a niveles exorbitantes
pero también se ha transformado en un sitio en el que los usuarios que
interactúan en esta página mantienen una relación estrecha con el contenido que
esta difunde. Esta plataforma no solo permite que puedas reproducir tu
identidad creando un canal propio sino que también logra una reconfiguración
temporal y espacial con las personas que tienen el tiempo de acceder y
disfrutar del contenido que esta red social tiene para ofrecer.
Acompañando a estas dos últimas redes
sociales, en 2006, se crea Twitter como una forma de emitir de forma fácil
mensajes breves a través de Internet, lo cual lo ubicó “como la plataforma
fundamental en la difusión de cambios sociales y políticos en todo el mundo
modificando […] redacciones […], campañas de elecciones, relaciones de empresas
con sus clientes, actuación de ciudadanos en casos de catástrofes y mucho más”
(Jorge,
Rebato, Arcos, Gonzalo, Pavan, Notario, Velasco y Acevedo, 2011, p. 1).
Es así que a principios del 2009 se crea una
aplicación de mensajería de pago llamada WhatsApp que no solo permite un nuevo
sistema de comunicación sino que brinda la posibilidad de enviar y recibir
mensajes mediante Internet de modo instantáneo, amén de que los usuarios pueden
crear grupos y enviarse imágenes, vídeos y grabaciones de audio. Sin embargo, y
debido al gran éxito que consiguió, en 2014 el creador Jan Koum decide vender
la aplicación a la empresa Facebook. Si bien en un principio se utilizaba para
añadir un estado (en el gimnasio, poca batería, y disponible) más tarde fue
añadiendo distintas funciones hasta llegar a transformarse en la red social
móvil de la que disponemos hoy en día (Celaya, Chacón,
Chacón y Urrutia, 2015).
Entre las redes sociales más populares ha
habido una evolución diaria y constante alrededor del mundo. Se están creando
nuevas redes de las cuales no sabemos cuáles puedan lograr quedarse en la
preferencia de los usuarios y cómo estas puedan llegar a modificar la
interacción social o espacial para las personas que las utilizan (Mayer, 2017).
Desde esta perspectiva se hace necesario el estudio de la naturaleza simbólica
de los espacios, su papel en la conformación de la identidad social y las
repercusiones que los recientes procesos de vinculación social tienen a través
de las nuevas tecnologías de la información y comunicación sobre la
reestructuración formal y funcional de dichos espacios.
Geografía de la percepción y la
reconfiguración del espacio
La introducción de la geografía de la percepción se origina en Chicago a
partir de la década de los años sesenta del siglo XX cuando surgieron nuevas
tendencias entre los investigadores sociales anglosajones que, desde
planteamientos existencialistas y fenomenológicos, empezaron a difundir métodos
innovadores como la observación participativa para promover el planteamiento de
las relaciones de los seres humanos con el mundo que les rodeaba y su
comportamiento. Este tipo de geografía “emplea como instrumento
metodológico los mapas mentales, es decir, croquis dibujados espontáneamente
por el individuo sobre un determinado espacio, cargados de subjetividad”
(Martínez, 2012, p. 6). Esta
perspectiva señala que la utilización del espacio está condicionada no solo por
factores económicos y sociales sino también por imágenes mentales que indican,
entre otras cosas, los caminos que las personas utilizan para desplazarse, los
lugares que frecuentan y los sentimientos de identificación o rechazo con el
espacio.
El enfoque de esta geografía humanista se basa en que cada individuo
tiene una manera concreta de conocer y evaluar el espacio social definido por las
zonas que le son familiares y por las parcelas de territorio que debe recorrer
entre esos diferentes lugares, lo que lleva al individuo a generar un mapa del
espacio propio y alternativo derivado de sus emociones e intereses. En este
sentido, una geografía del comportamiento apela a que la determinación del
espacio físico se dé en términos culturales y no cartográficos, susceptibles a
las estadísticas por su medición y concreción (Morales, 2012).
Hasta antes del advenimiento de las redes sociales, la reasignación de
los espacios a través de procesos perceptivos sonaba muy complicada, en tanto
que las limitaciones territoriales son de larga data y, en consecuencia, están
muy interiorizadas en los seres que habitan los espacios. Si bien reconocemos
las últimas reconfiguraciones territoriales, a nivel internacional, de fines de
la década de los ochenta del siglo XX con la caída del socialismo real en
Europa del Este y que han decantado en los microespacios, estas no son tan
comunes ya que obedecen -generalmente- a coyunturas de guerra, catástrofes
naturales y/o a grandes flujos migratorios. Esto quiere decir que la
reconfiguración del espacio previa a la existencia de Internet se ha dado de lo
macrosocial a lo microsocial.
Las redes sociales han invertido el proceso anterior porque el flujo de
una comunicación que no depende de lo territorial generó en los usuarios nuevos
procesos identitarios que van de lo individual a lo colectivo. Así, los
usuarios han encontrado una pertenencia que el mundo basado en una geografía
tradicional no les ofrecía. Esto ha permitido no solo nuevas identificaciones
sino la creación de geografías virtuales en donde los usuarios no son definidos
en términos de haber nacido o vivir en un país o ciudad, sino por pertenecer a
varias y distintas comunidades virtuales.
En el mundo previo a las redes sociales las personas pertenecían y, en
consecuencia, se identificaban con el lugar en donde habían nacido; el grupo
familiar y social en que habían crecido; su profesión; la escuela, el trabajo;
algún equipo deportivo, y la estructura hegemónica binaria hombre/mujer, por
mencionar solo algunas. En la era de Internet los procesos identitarios no son
analógicos porque devienen de la infinidad de pertenencias que ofrecen los
espacios virtuales y que obliga a los sujetos a perfilarse en las redes
sociales incorporando “información que puede variar de una
red a otra […] […porque…] incluyen datos básicos como el nombre, una fotografía
o una imagen vinculada y otra información diversa según el tipo y finalidad de
cada red” (Ferré Pavia, Alves da Silva,
Alzamora, Bernal Triviño, Braga, Gayà, Roura, Simelio, Tárcia y Ziller, 2014,
p. 31) de la que los individuos sean miembros.
Actualmente, las
redes sociales representan un espiral de perspectivas recíprocas debido a que
se trata de un conjunto de nuevas interacciones que se dan entre los seres
humanos de manera regular, en el tiempo y en el espacio, y van construyendo y
reconstruyendo la identidad en función de las nuevas interacciones con los
demás (Gómez y Redondo, 2011).
En este sentido,
el individuo que navega en las redes sociales se funde en una nueva realidad en
donde, pese a que se presente como parte del enjambre, mantiene su identidad
privada y se manifiesta de manera anónima aún cuando tiene un perfil y trabaja
incesantemente para optimizarlo. Al respecto, Byung-Chul señala: “en lugar de
ser nadie, es un alguien penetrante, que se expone y solicita la atención”
(2014, p. 17). De esta forma, las redes sociales son uno de los vehículos que
conducen a una nueva realidad que se va imponiendo sobre la concebida antes del
advenimiento de Internet.
En esta tesitura, la geografía de la percepción resulta obligatoria para
analizar el
impacto que podrían tener las redes sociales en la reconfiguración del espacio
de los usuarios ya que por muy
inusuales “abstractas,
grandes, complejas y súper modernas que sean las redes sociales formadas en el
ciberespacio, siguen reflejando tendencias humanas universales y fundamentales
que aparecieron en nuestra prehistoria” (Christakis y Fowler, 2010, p. 265) y
que se evidencian con la creación o reconfiguración espacial. Es así que esta
propuesta conceptual permite identificar
aquellas imágenes mentales que los individuos asocian a los espacios virtuales
o físicos, así como la experiencia y posibles comportamientos generados al
interactuar en ellos que son, en muchos casos, la suma de sensaciones y
emociones, guiadas por la aprehensión y comprensión de los mecanismos
perceptivos del individuo que lo llevan a dejar sus experiencias
reales, trasladando sus delirios al mundo virtual y manteniendo una vida
alternativa sin las restricciones del mundo físico (Olivia, 2012).
Ferré
Pavia
et al. (2014) señalan: “la identidad
analógica y la digital convergen, pero mientras que la analógica remite a un
mundo referencial de lo físico (nuestro cuerpo, nuestra familia, nuestra
situación vital, nuestros documentos oficiales), la digital […pondera…] los
perfiles que nosotros mismos creamos” (p. 31). Una de las características que
distinguen a los mundos virtuales del real es nuestra capacidad de manipular
nuestra presencia a través de un sin número de perfiles lo que lleva a una
permanente reinterpretación de sí mismos. “La asombrosa sensación de realismo
que mucha gente experimenta al interactuar en mundos virtuales se conoce como
[…la…] presencia…” (Christakis y Fowler, 2010, p. 268), producto de la
trasmutación de una identidad analógica a una digital.
Lo anterior
lleva a organizar una temática alrededor de la relación
específica del espacio con la estructura social impuesta por las redes sociales,
lo que equivale a repensar de manera novedosa las relaciones que constituyen y replantean
la noción de lugar. Nos queda claro que no se trata solo de un problema “puramente
académico […] […que se atiene únicamente…] a un análisis de la estructura y de
los procesos de organización del espacio, fuese cual fuese su contenido”
(Castells, 1974, p. 277), sino de un análisis que dota de sentido y estructura
al espacio en el marco de lo real e imaginario, generando así una cartografía
subjetiva.
Además, el espacio en las redes sociales puede representarse como un
lugar transitorio de pasajeros, lo cual nos llevaría a una noción de no-lugares
que desalinean
cualquier idea de permanencia imposibilitando la colonización o domesticación
del espacio que anula, nivela o vacía la subjetividad idiosincrática de la
geografía cartográfica de hasta antes de la existencia de las redes sociales.
De esta forma, los “residentes temporarios de los no-lugares varían, y cada
variedad tiene sus propios hábitos y expectativas: el truco consiste en
volverlos irrelevantes durante el tiempo de estadía” (Bauman, 2004, p. 110).
Una de las características de estos no-lugares es que sea lo que fuere, lo que
haya para hacer en los no-lugares, y lo que se haga, todo el mundo debe
sentirse como en su casa, aunque nadie debe comportarse como si estuviera en esta.
Los no-lugares no requieren dominio del
sofisticado y complejo arte de la civilidad, ya que reducen la conducta en
público a unos pocos preceptos simples y de fácil aprendizaje. En este punto es
importante mencionar que si bien “es posible acceder a cualquier parte del
espacio en cualquier momento, no hay motivos para llegar a ninguna parte en
ningún momento en particular, ni motivos para preocuparse por garantizar el
derecho de acceso a cualquiera de ellas” (Bauman, 2004, p. 127).
En este orden de
ideas, en los medios digitales las informaciones se producen, envían y reciben
sin mediación de intermediarios, bajo una forma de presencia basada en el estar
y no estar porque el medio digital es un medio de presencia donde la
temporalidad es el presente inmediato. Por la eficiencia y comodidad de la
comunicación digital evitamos cada vez más el contacto directo con las personas
reales es más, con lo real en general, en tanto que esta desmonta lo real y
totaliza lo imaginario (Byung-Chul, 2014). Lo anterior es una de las marcas que
han comenzado a forjarse en los últimos años debido a las redes sociales que han
convertido lo imaginario en generalizado y lo imperante en nuestro mundo.
En los medios
digitales no está dado el peligro de irrupción de lo real y de los otros,
porque las redes sociales nos blindan frente a lo real de forma más efectiva
que las redes analógicas orientadas al imaginario universalizado. “El medio
digital crea más distancia frente a lo real que los medios analógicos”
(Byung-Chul, 2014, p. 36). Las plataformas de las redes sociales han apartado
de la realidad analógica a cada vez más jóvenes a quienes “la coexistencia de
los mundos reales con los virtuales no representa un problema […] […porque…] la
constitución de redes es cosa de la cotidianidad” (Alfaraz y Tully, 2012, p.
60).
Los jóvenes han
asumido rápidamente la realidad virtual por lo que los aparatos móviles se han
convertido en parte de su cotidianeidad; estos no solo representan una
extensión de la presencia de sus dueños, permitiéndoles acceder a otros
espacios y ser accesibles a aquellos que no están en su entorno físico, sino
que también hacen posible la presencia virtual en cualquier lugar. Los
teléfonos celulares han facilitado la interacción de los jóvenes tanto con el
espacio analógico como con el virtual. Cuando se usa el móvil se mantienen
simultáneamente interacciones remotas y cara a cara. Los usos e imaginarios del
teléfono móvil contribuyen al desarrollo y creación de flujos pero -sobre todo-
revelan, vuelven visibles flujos, coexistencias, movilidades, articulaciones,
fricciones y tensiones que ya existían con anterioridad a su aparición y uso
(Lasén, 2006).
Para los jóvenes
la vida cotidiana comienza a desespacializarse gracias a la oferta técnica
disponible. En lugar de relaciones grupales de pertenencia territorial (el
barrio, el distrito, la escuela, el club, etcétera) tienden a emerger vínculos
suprarregionales, en los que un número cada vez mayor entra a formar parte de
redes densas. Las TIC han hecho que los jóvenes opten por las redes virtuales
para socializar y reestructurar su identidad de una manera alternativa a la de
la realidad analógica. Lo anterior ha hecho que en la actualidad los jóvenes
pasen más tiempo en las redes sociales debido a que “la promesa de la
proximidad inmediata es difícil de realizar […y…] las posibilidades técnicas
facilitan el intercambio comunicativo y una preparación extensiva de los contactos
cara a cara” (Alfaraz y Tully, 2012, p. 60).
Posiblemente una
de las razones por la que los jóvenes pasan más tiempo en las redes sociales
puede vincularse con el hecho de sentir que están conectados todo el tiempo y
esto les permite estar más informados de oportunidades interesantes. En este
sentido, las redes sociales han permitido a las personas dar cuenta de su
mirada de la realidad analógica y virtual, a través de la producción de contenidos
en un “tribunal virtual en el que cada uno es potencialmente juzgado por otras
personas, se van moldeando las preferencias y se abre paso al desarrollo y la
formación de la propia identidad” (Alfaraz y Tully, 2012, p. 65). Para Lasén
(2006):
Uno
de los efectos de la posibilidad de estar en contacto en cualquier momento con
otros es la impresión de estar conectados aunque no estemos usando el móvil,
[…así la…] posibilidad de la conexión hace que los demás estén virtualmente
presentes (p. 164).
En consecuencia,
el mundo virtual aísla a los usuarios del mundo analógico y le son extraños los
espacios de congregación de masas por lo que les falta la intimidad de la
congregación que produciría un nosotros (Byung-Chul, 2014).
De este modo, el
espacio se ha subsumido a procesos de diferenciación que han esparcido las
diferencias clásicas entre zonas, barrios, regiones y las ha sustituido por una
nueva diversidad funcional (Alfaraz y Tully, 2012, p. 63). Son esas tecnologías
las que hacen que ahora sea posible desplazarse en los espacios, entre
distintos sitios y entre sitios y espacios virtuales. Las barreras entre el
mundo virtual y el físico se han ido difuminando de manera notable, a lo largo
de estos años, debido a que las tecnologías hacen que ahora sea posible
desplazarse entre mundos analógicos y virtuales.
En la modernidad,
la vida estaba organizada en torno al espacio, pero con el uso actual de
potentes tecnologías de información y comunicación este ha dejado de ser una
restricción. “Se ha abierto así un escenario en el que las posibilidades se
multiplican y todo parece gestionable técnicamente” (Alfaraz, y Tully, 2012, p.
66). Las redes sociales sin duda han contribuido a la transformación de las
relaciones sociales y el espacio donde se habita al tiempo que transforma la
distancia y obliga a la sucesión temporal de ámbitos e interacciones entre las
plataformas digitales, el espacio físico y el usuario ya que, en algunos casos,
se han ido modificando las formas de socialización y, en otros, únicamente se
han dado de manera natural tanto en el espacio físico como en el virtual
(Lasén, 2006).
La geografía
cartográfica nos ofreció numerosos puntos de vista para comprender las
ideologías territoriales, los conflictos espaciales, y sus connotaciones simbólicas
en los niveles individuales y sociales. Sin embargo, Millán (2004) asevera que
la geografía de la percepción puede analizar los espacios no físicos en tanto
conexiones entre tipificaciones sociales del significado y ritmos
espacio-temporales de la acción, así como descubrir las estructuras de
intencionalidad que subyacen a la realidad virtual en la que los usuarios han
integrado progresivamente los elementos y las configuraciones espaciales de sus
esquemas cognitivos y dejan su impronta en el entorno, del que recibirán a su
vez una importante contribución como es la afirmación de su propio yo y, por lo
tanto, de su capacidad de autogestión, realización y satisfacción personal. Sin
duda, esto permite observar la transición y conciliación entre los valores
fundamentales de las experiencias de los individuos y comprender los conceptos
de lugar y no-lugar como centros de significado, identificación, apropiación,
pertenencia y percepción.
De este modo, el enfoque de la geografía
de la percepción asume que el ciberespacio parte de los usos alternos y
prácticas disímiles que en la organización e interactividad cultural en las que
se desarrolla permite un conjunto de nuevas elaboraciones simbólicas, de novedosas
identidades e identificaciones de la subjetividad social de los usuarios. Allí todos
estos nuevos espacios y tiempos aludidos son producto del desarrollo
tecnológico de las actuales redes sociales que impactan significativamente en la
vida social.
Lo anterior permite señalar que la relación
entre espacio y ciberespacio es un tópico que se mantiene al margen de una
línea indefinida pero clara, tal y como sucede en el caso de espacio y lugar en
el que la distinción radica en que el primero funge como una condición teórica
e indefinida, mientras que el segundo es más de un carácter concreto y
empírico; ambas nociones son dos maneras de abordar un problema en común.
Tratamiento
metodológico
En esta investigación se hizo un estudio de caso pues permite tener una orientación
cualitativa y cuantitativa por lo emergente de la problemática. Es de tipo
exploratorio. Se describió el impacto que tiene el control y los contenidos de
YouTube como red social en la reconfiguración del espacio que, sea dicho de
paso, ha sido poco estudiado.
En este sentido, la selección de estos casos
no deviene de un tratamiento muestral, porque este se alimenta de las expectativas
del investigador por cohesionar los contenidos informativos de cada sujeto al
problema de investigación planteado. Cabe
mencionar que la selección de YouTube como marco de esta investigación obedece a que se
trata de una red social cuyos contenidos son más permanentes y menos
comprometedores de la privacidad que otras redes como Facebook, Twitter y
WhatsApp. Asimismo, al tratarse YouTube de una red altamente visual facilita la
accesibilidad de los usuarios que no están dispuestos a leer o escribir
contenidos, lo cual es más común en los jóvenes.
En este orden de ideas, el universo a
analizar fueron jóvenes estudiantes de entre 15 y 24 años que aseveraron haber
asistido a la Alameda Central de la Ciudad de México[iii] para tener
acceso de forma gratuita a YouTube entre el 18 de enero y el 8 de marzo de
2017. Para minimizar los sesgos propios de comienzo y fin de semana,
contactamos a nuestros sujetos de estudio el miércoles 15 de marzo entre las
10:00 y las 14:00 horas, ya que fuera de este horario la asistencia a este
parque no solo es de población joven, pues también van muchos adultos que han
salido de sus trabajos y se toman un descanso en ese lugar -solos o con sus
niños- antes de volver a sus hogares.
Una vez ubicados los sujetos de observación, se
les aplicó una entrevista semi-estructurada que esperábamos matizara las
preguntas cerradas de un guion de entrevista, con 99 preguntas referidas al control y los contenidos de YouTube y el impacto
de estos en la identidad, la apropiación, la pertenencia y la percepción de los
usuarios en torno a esta red social en los planos real, imaginario y simbólico
de los lugares y no-lugares. Desafortunadamente, la escasa variedad de las respuestas que devinieron
de preguntas abiertas nos llevó inmediatamente al criterio de saturación por lo
que solo pudimos respaldar nuestros resultados con datos y no con citas
textuales extraídas de las entrevistas.
Para la aplicación de este instrumento se
dividió el espacio en cuadrantes que permitieron entrevistar a todos los jóvenes
que estaban en cada uno de estos y que expusieron visiblemente la pertenencia
de un dispositivo electrónico y que sabían que la Alameda Central de la Ciudad
de México tiene una red gratuita de Internet. Conscientes de que el estar en
tiempo real consultando YouTube pudiera hacer que nuestros sujetos de análisis
se negaran a darnos alguna información o responder sin profundizar en lo que les
preguntaríamos, contactamos que afirmaron, en alguno de los cincuenta y dos
días del período mencionado, haberse conectado a esta red en dicho parque. Como
el flujo de paseantes en esta plaza es constante y hace que se vayan y se
incorporen nuevos visitantes, fijamos un solo recorrido para cada cuadrante en
el horario estipulado previamente.
Finalmente, para que la realización de las
entrevistas estuviera equilibrada en términos de género, la cuota entre hombres
y mujeres se limitó a lo que se conoce como la libertad de acción del
entrevistador, por lo que se estableció un mecanismo de cuotas en donde
elegimos el mismo número de hombres y mujeres para evitar una descompensación
en los datos presentados. De este modo, hicimos dos recorridos paralelos el
miércoles 15 de marzo de 2017 entre las 10:00 y las 14:00 horas en los que uno
de nosotros se limitó a entrevistar a 10 mujeres jóvenes que afirmaron haber
asistido a la Alameda Central de la Ciudad de México para tener acceso a
YouTube entre el 18 de enero y el 8 de marzo de 2017, y el otro a la misma
cantidad de hombres jóvenes en iguales circunstancias. Aplicadas las
entrevistas, se elaboró un catálogo de codificación que dio la posibilidad de
verter las respuestas en una hoja de códigos para ser interpretados a la luz de
la matriz de congruencia mencionada.
La descripción
de los resultados se hizo triangulando el control y el contenido de YouTube con
la identidad, pertenencia, apropiación y percepción que los usuarios manifestaron
con esta red. Asimismo, estos índices empíricos se cruzaron con indicadores
referidos a lo real, simbólico e imaginario en el marco de los lugares y no-lugares.
Finalmente, todos estos cruces fueron remitidos a variaciones en función de:
sexo, edad, escolaridad, relación de pareja, forma de utilizar YouTube y tiempo
dedicado al uso de esta plataforma.
Resultados
Si bien la mitad
de los entrevistados refirió ver y compartir en YouTube videos musicales y el
resto tutoriales, películas, programas o seguir vloggers, solo un hombre y una
mujer incorporan contenidos a esta red en tanto que sus perfiles creados en
esta plataforma se los permite. Cabe
mencionar que estos dos casos son desviaciones estándar en tanto que las
diferencias de estos en edad, escolaridad y tiempo de navegación no permiten establecer
un patrón que explique ambos comportamientos atípicos y contradictorios entre
sí.
Los resultados
muestran que más de la mitad de los usuarios que aseveraron tener acceso a esta
red tienen una edad promedio de 20 años sin que esta difiera significativamente
entre hombres y mujeres. Salvo dos casos, existe una concordancia entre la edad
y el grado de escolaridad. Pese a que los resultados demuestran que solo ocho
de los 20 sujetos entrevistados tienen una relación sentimental, esto no
explica que ellos acceden a YouTube en compañía de alguien, ya que los que no
tienen relación sentimental también entran solos a esa red.
Sin importar
edad, escolaridad y que tengan pareja, son las mujeres quienes pasan más días y
tiempo consultando YouTube. Mientras que en promedio estas consultan la
plataforma 100 minutos durante cinco días de la semana, los hombres lo hacen 77
minutos durante tres días de la semana. A estas cifras habría que sumarle la
cantidad de tiempo que invierte el 50% de los sujetos examinados consultando
otras redes sociales como Facebook, WhatsApp e Instagram. Cabe mencionar que solo
a 15% de los sujetos dichos contenidos los hacen abstraerse de la realidad y,
de este porcentaje, dos son hombres. El hecho de que solo una de las cuatro
mujeres, que dijeron sentir una necesidad frecuente de ingresar a esta red
social, manifestara sentirse abstraída de la realidad, habla de que la
experiencia en YouTube para las mujeres es más real que para los hombres, de
ahí que se entienda el porqué cuatro de los seis entrevistados que dijeron que
el estar en YouTube ha hecho que dejen de hacer otras actividades sean hombres.
Es importante mencionar que estos sujetos solo cobran conciencia a través de
sus parientes, jefes y/o amigos de que es frecuente que estén consultando esta
red social por lo que han dejado de leer, dormir, comer y/o pasar tiempo con su
familia.
Tal vez el hecho
de que para todos los sujetos examinados el acceder a YouTube sea un acto
solitario y que 80% de estos manifestó no sentirse abstraído de la realidad al
consultar dicha red se deba a que se trata de un acto íntimo que no requiera la
confrontación de otras realidades expresadas y vividas por los otros. Así no se
abstraen de la realidad sino que viven en un mundo que las generaciones previas
no consideran que sea realidad. Se trata de un acto que no pasa por los espejos
convencionales, sino por el de una brecha generacional que divide a los que
nacieron en y antes de las redes sociales. Al final, qué es la realidad, si
para los usuarios de las redes sociales no hay otra realidad más que la
virtual, en todo caso la construcción social analógica es una realidad paralela
y secundaria.
¿Cuánto tiempo
pasa en una red social? No es una pregunta para los usuarios de estas, sino un
cuestionamiento que viene de una realidad analógica ajena que se extingue. Para
los jóvenes las redes sociales no son formas de comunicación alternas, son las
formas relacionales que, con el tiempo, subsumen día a día las relaciones de
ese mundo que los no usuarios le llaman realidad. En veinte años los que
nacieron en una realidad que no se basaba en las relaciones on line se empezarán a morir y con ello
una realidad que dejará de serlo. Los que sobrevivan tendrán que reaprender a
relacionarse en ese mundo al que le llamaban alterno y que se posicionará como
una realidad dominante hasta que otra innovación tecnológica, una catástrofe
natural o una gran guerra la cuestionen y la antepongan a otra realidad que
luchará por ser hegemónica como ahora lo hace la realidad virtual.
Sin que influya
la edad, el género, el nivel de estudios, la cantidad de días y minutos en
línea, la consulta de otras aplicaciones, si incorporan contenidos o si accede
en solitario a YouTube, solo 40% de los sujetos entrevistados dijeron sentirse
identificados en lo visual y lo musical con esta red social. De estos ocho
individuos solo tres manifestaron que esta plataforma ha modificado su forma de
pensar, actuar y sus hábitos de búsqueda. A su vez, para dos de estos tres
individuos dicha red simboliza su vida cotidiana y sus gustos musicales.
Asimismo, para este 40% que se identifican con Youtube, únicamente dos sujetos
afirmaron que los contenidos de esta reflejan realmente a las personas cercanas
a ellos y solo para un entrevistado simboliza algo de su persona y de su
entorno. Lo anterior pudiera deberse a que no necesariamente navegar en una
plataforma implica identificarse con esta. De este modo, el consultar YouTube
podría ser una de las actividades a partir de la cual, como casi todo joven,
los entrevistados buscan la aceptación de otros jóvenes. Así el tener acceso a
esta red social les permite apropiarse de la información que sus iguales están
utilizando y, en consecuencia, pertenecer a grupos de intereses que perciben su
realidad a partir de consensos no analógicos.
Es posible que
el hecho de que sean las mujeres las que pasan más tiempo visitando YouTube
hace que cuatro de estas sientan que pertenecen a dicha red social frente a
ningún hombre. Es importante mencionar que de estas cuatro mujeres una siempre
responde diferente a los cuestionamientos. No se trata de la misma mujer sino
que todas en algunos de los tópicos se manifiesta como un caso atípico. Se
trata de cuatro mujeres de las cuales tres no tienen una relación de pareja y
que los contenidos de esta plataforma no las hacen abstraerse de la realidad.
Son cuatro mujeres que, pese a que pasan más tiempo en YouTube, no suben contenidos.
Aunque tres sienten la necesidad de frecuentar constantemente YouTube, ninguna
manifestó dejar de hacer otras actividades de tipo funcional por lo que estas
aseveraron no ser censuradas por estar consultando la plataforma. Asimismo, de
esas cuatro mujeres que sienten pertenecer a la comunidad de esta plataforma,
tres se sienten identificadas con YouTube. El tipo de pertenencia que refieren
estas cuatro mujeres está asociado a estar suscritas a esta red social, porque
es una herramienta de búsqueda y/o les permite comentar los contenidos. Tres de
estas cuatro mujeres dijeron que YouTube no ha modificado su pertenencia ni
simboliza otros aspectos de su vida. De igual forma, aunque tres de las cuatro
se sienten pertenecientes a los contenidos de esta red social, manifiestan que
estos no les simbolizan nada ni son reales.
El hecho de que
la mayoría de los sujetos entrevistados no se sienta identificada ni
perteneciente a YouTube, incluso para las cuatro mujeres que sienten pertenecer
a dicha red, aún podría hablar de fuertes vínculos a una realidad analógica que
inhibe a la realidad virtual que lucha por ser dominante. Las cuatro mujeres
que expresaron sentir que pertenecen a la comunidad de YouTube son un ejemplo
de que este mundo virtual todavía no subsume por completo al mundo analógico
porque las rupturas de las realidades no se dan de un golpe ni de una sola vez,
sino que existen periodos de coexistencia en los que cada una de las realidades
intenta mantenerse como hegemónica.
Sin que para los
usuarios sea contradictorio, hay muchas cosas que a estos les gustan de las
redes sociales y también otras de las redes convencionales que les siguen
gustando. Si bien para los usuarios las redes sociales pueden ser atractivas,
estas no han nulificado lo que las otras generaciones les dijeron que era la
realidad. Así los usuarios tienen que transitar entre dos mundos por lo que han
aprendido a diferenciar qué códigos utilizar en una realidad analógica y cuáles
en una realidad virtual. Quizá no se trate de dos realidades sino de una sola
que se integra por procesos relacionales virtuales y analógicos.
De 40% de los
sujetos que se identifican con YouTube y de 20% que sienten que pertenecen a
ella, solo uno manifestó apropiarse musicalmente de esta. De igual forma y sin
diferencias significativos de género, 35% de los entrevistados aseveró que los
contenidos de YouTube han modificado la percepción que tienen de la vida en
relación con el hecho de reconsiderar su existencia, a plantearse nuevas formas
de expresión, a socializar situaciones de la vida y a mejorar la comunicación.
De estos siete individuos únicamente uno dice que esta plataforma ha modificado
la percepción que tiene de sí mismo y que lo ha hecho concientizarse del
entorno social. En general, podemos observar que el sexo, la edad, la
escolaridad, tener o no una pareja sentimental y el tiempo que pasan en YouTube
no son factores que expliquen porque 60% de los sujetos examinados se sientan
identificados con esta red social.
Pese a lo que se
suponía, los datos recabados no dan evidencia para establecer que el uso de
YouTube podría determinar la
reconfiguración del espacio de los jóvenes analizados. En todo caso, lo
anterior pueda deberse a que la escasa identificación, pertenencia, apropiación
y cambios en la percepción que los sujetos de observación tienen hacia los
contenidos de esta red los haga tener claridad de dos realidades que coexisten
pero sin yuxtaponerse. En este sentido, no se habla de un proceso de
reconfiguración simbólica, real e
imaginaria del espacio, sino de una adaptación hacia los lugares y no-lugares
que hacen los usuarios de YouTube sin divorciarse de ninguno de estos. Tal vez
para la mayoría de los jóvenes investigados no hay diferencias entre los
lugares y no-lugares sino que estos son una sola realidad que no pasa por la
dicotomía de lo analógico y lo virtual. De este modo, no habría que
reconfigurar los espacios en tanto se tengan claro cuáles son los protocolos de
convivencia tanto para las redes sociales como para las redes convencionales.
Así, las plataformas virtuales pueden ser solo un vehículo para comunicarse que
no modifica la personalidad de los involucrados porque está moldeada por los
contenidos del entorno y no por las formas comunicativas como pueden ser las
redes sociales.
Conclusiones
El uso masivo de YouTube no necesariamente implica identificación,
pertenencia, apropiación de este, ni cambios en las formas de percibirse uno mismo y el
entorno. Lo anterior puede explicarse debido a que:
1. YouTube no permite la
comunicación en tiempo real como Facebook o WhatsApp lo cual pudiera estar
inhibiendo la
identificación, pertenencia, apropiación y cambios en la percepción de los
sujetos de observación hacia los contenidos de esta plataforma.
2. Los cuestionamientos
en relación con estos cuatro indicadores se hicieron prejuiciosamente desde una
postura del mundo analógico, asumiendo que la realidad virtual es alterna por
lo que los entrevistados pudieran asociarla a un mundo negativo y, en
consecuencia, hacerlos responder que no tenían vínculos fuertes con esa
realidad secundaria -de hecho los usuarios son conscientes de que pueden estar
pasando mucho tiempo en las redes sociales y dejar de hacer actividades que
para el mundo analógico son funcionales desde la mirada de los no usuarios-.
3. No forzosamente
consultar una red social implica identificarse con esta ya que se puede tratar
de una forma en que los entrevistados, como casi cualquier joven, buscan la
aceptación de sus iguales, apropiándose de la
información que estos usan con el propósito de pertenecer a grupos de intereses
que perciben su realidad a partir de consensos no analógicos.
Nuestros datos confirman estudios previos que
aseveran que son las mujeres quienes tienen mayor presencia en las redes
sociales. En teoría, las entrevistadas deberían tener poco tiempo libre para tener
acceso a las redes sociales, ya que muchas de ellas no solo van a la escuela,
sino que ayudan en las actividades del hogar. Lo que podría estar sucediendo es
que los tiempos muertos de la realidad analógica son tiempos vivos de la
realidad virtual por lo que estas mujeres no tienen que dejar de hacer las
actividades funcionales de la primera. Así se puede acceder a las redes
sociales mientras se espera para hacer un trámite o en un transporte, aun
siendo el conductor.
Aunque desde la
mirada de una realidad analógica los jóvenes se abstraen de la realidad cuando
están en las redes sociales, tendríamos que considerar que ellos no se abstraen
de esta sino que viven en un mundo que las generaciones previas no consideran
realidad. Se trata de la construcción de nuevas categorías mentales que
cualquier cambio en la sociedad lleva implícita con sus inherentes reticencias.
La cuestión es que enjuiciamos el uso de las redes sociales desde los espejos
convencionales y desde lo que las generaciones que nacieron y viven fuera de
dichas redes reconocen como realidad. Para los usuarios de las redes sociales
el mundo se integra por procesos relacionales virtuales y analógicos sin que
sean contradictorios, de esta forma no es que los entrevistados no se sientan tan
vinculados con las redes sociales sino que han aprendido a diferenciar los
consensos de comunicación virtuales y analógicos. Al igual que en el pasado,
para los jóvenes es importante la amistad solo que a partir de las redes
sociales esta no pasa por el face to face
y puede ser
inexistente en términos de lo que los no usuarios llaman espacio real.
Nuestros
resultados también pueden obedecer a que sojuzgamos a las redes sociales como
si dominaran totalmente la comunicación entre los individuos. Cuesta reconocer
que la realidad virtual aun no subsume completamente a la realidad analógica y
que las fracturas de las realidades no se producen automáticamente sino que
implican periodos previos de coexistencia en los cuales las realidades en
conflicto luchan entre sí por mantenerse como dominantes. De este modo,
nuestros sujetos de observación aún tienen profundos vínculos con el mundo
analógico que hace que no se sientan completamente identificados con el mundo
virtual. En todo caso, ambas realidades se presentan como islas relacionales
conectadas entre sí más allá de la dicotomía entre dos mundos. Por lo anterior,
las redes sociales no son un mundo paralelo para los usuarios sino un espacio
de expansión de la realidad analógica en donde cada sujeto tiene una forma
específica de conocer y evaluar el espacio social determinado por los lugares que le son familiares y por las
parcelas de territorio que debe recorrer entre esos diferentes lugares, lo que
lo lleva a crear analógica o virtualmente un mapa del espacio propio y
alternativo derivado de sus emociones e intereses.
Lo anterior nos
lleva a plantear que aunque las redes sociales cada día cobran mayor fuerza,
estas siguen evidenciado los comportamientos humanos propios de la realidad
analógica. En este orden de ideas, tanto en los espacios on line como off line, lo mental puede modificar
las formas de apropiación, identidad, pertenencia y percepción de los
individuos. Así, más allá de las categorías didácticas y dependiendo de quién y
cómo se mire, un lugar puede ser un no-lugar para un sujeto y un no-lugar puede
ser lugar para otro. Se trata de un proceso de resignificación espacial que
podrían estar haciendo los usuarios de las redes sociales para hacerse de un
mundo que les permite expresar emociones que en el mundo analógico son
censuradas. Si bien las redes sociales han favorecido el empoderamiento
identitario de los usuarios, a través de los perfiles múltiples que este
maneja, esto no quiere decir que en la realidad analógica los sujetos no
desplieguen estrategias al respecto ni que no haya comportamientos solitarios,
relaciones poco profundas e impersonales. De hecho es posible que, desde el
punto de vista de algunos usuarios, en las redes sociales puede haber más
acompañamiento y relaciones más estrechas que hacen altamente participativos a
los sujetos vinculándolos con una identidad colectiva que el mundo no virtual
no les ofrece.
En general,
creemos que no es que el uso de YouTube no incida en la reconfiguración del espacio de los
usuarios analizados, sino que estos generan estrategias adaptativas o desadaptativas que
favorecen o dificultan su construcción identitaria en torno hacia los lugares y no-lugares sin que
implique renunciar a uno de estos. De esta forma, las redes sociales no
modifican fuertemente la personalidad ya que está más en función del contexto
social que de los canales comunicativos.
Implicaciones
pedagógicas
Desde su aparición, Internet ha proporcionado
diferentes beneficios al poner a nuestro alcance distintas fuentes de
conocimiento y se volvió un poderoso instrumento para el aprendizaje, la
formación intelectual, profesional y personal. Además, ha supuesto la aparición
de nuevos tipos de comunicación y relación y ha aportado un medio inagotable
para el entretenimiento, la diversión, el esparcimiento y la recreación. Asimismo,
una característica clave en este proceso ha sido la aparición de plataformas
virtuales que están transformando la reconfiguración del espacio tal y como lo
conocíamos antes del arribo de estas. También se comienzan a acuñar nuevos
términos asociados a estas plataformas como es el caso del llamado espacio
virtual que surge mediante un entorno interactivo adaptado para Internet y que
representa escenarios reales o inventados que se han modelado utilizando
tecnologías de la realidad virtual en donde conviven interacciones sociales,
simbólicas, reales e imaginarias mediadas por el uso de las redes sociales.
Aún con toda su novedad, creemos que cada día el tema de las redes
sociales se ha convertido en un problema de investigación. El punto es que por
esta actualidad dicho fenómeno sigue atrapado en las esferas académicas propias
de los investigadores y solo ha llegado a las aulas en la modalidad de tesis,
por lo que se trata de un tópico que no se discute en los salones de clase.
Esta situación todavía se agrava en el caso del tema de la reconfiguración
espacial a través de las redes sociales en donde muy pocos investigadores cuyas
líneas de investigación son identidad cultural o la reconfiguración espacial
tratan de forma marginal la relación entre estas categorías.
Al
tratarse de una expresión de la realidad que cada vez se hace más permanente,
el impacto de las redes sociales en la construcción
identitaria tendría que incorporarse como uno de los temas a estudiarse en los
campos formativos vinculados con el análisis de las relaciones sociales y
hacerse evidente en los textos a partir de los cuales se tendría que enseñar
dicha problemática. Es de esta forma que el presente artículo no solo intenta
socializar la forma en que nosotros entendemos cómo se va reconfigurando el
espacio en el contexto de las redes sociales, sino estar atentos a nuevas y
diferentes maneras de tratar esta problemática que nos permitirá reposicionar
nuestras perspectivas sobre este tema e incorporar nuevos abordajes a nuestras
líneas de investigación y formas de llevarlos a las aulas.
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*Paola Michelle Aranda-Ramírez.
Licenciada en Sociología (UAM-México). Universidad
de adscripción: Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM,
México).
**Gudulia Paola
Moreno-Meza. Licenciada
en Sociología (UAM-México). Universidad
de adscripción: Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM,
México).
***Gerardo Tunal-Santiago. Estudios de Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales. (UAM-México). Universidad de adscripción: Universidad Autónoma Metropolitana (UAM, México).
[i]. Esta
crisis se dio entre 1997 y 2001 debido a que las bolsas de las naciones
occidentales vieron un rápido aumento de su valor debido al avance de las
empresas vinculadas al nuevo sector de la Internet y a la llamada Nueva
Economía. El periodo fue marcado por la fundación de un nuevo grupo de
compañías basadas en Internet designadas comúnmente punto-coms.
[ii]. Un blog es un servicio que brinda
Google donde el administrador publica una bitácora en línea de manera
cronológica basada en artículos, ideas o intereses sobre diferentes temas. Un
tipo de usuario de los blogs es el administrador o editor quien crea y modifica
los contenidos, las páginas, los enlaces y los menús de navegación que se
encuentran en dicha bitácora y el otro usuario es el suscriptor registrado
quien edita su perfil, comenta y lee el blog. En este orden de ideas un vlog
son videos publicados generalmente en YouTube de manera cronológica
relacionados a ideas o temas de interés para el administrador de dicho
videoblog. En los vlogs participan los vloggers quienes realizan y suben los
videos y los suscriptores que ven, comentan y comparten los vlogs.
[iii]. La Alameda Central es un parque
que se encuentra en el centro histórico de la Ciudad de México y que está
delimitada al norte por Avenida Hidalgo, al este con la calle Ángela Peralta,
al sur con la Avenida Juárez y al Oeste con la calle de Dr. Mora. En 2012 este
espacio fue remodelada en su totalidad a partir de un proyecto gubernamental
del sexenio del expresidente Felipe Calderón Hinojosa. Para 2014 con el
programa Acceso a
Internet Wi-Fi CDMX en Plazas y Parques
Públicos dotó a la Alameda Central de mecanismos de conexión de
dispositivos electrónicos de forma inalámbrica
y gratuita por lo que muchos jóvenes comenzaron a frecuentar dicho parque.
Véase: Tello-Amador, J. (2012). La Alameda Central, un histórico paseo. Recuperado de: http://www.proceso.com.mx/303206/la-alameda-central-un-historico-paseo
[Consulta: 2017,
Febrero, 12]
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