Año 4 N° 8 / Julio – diciembre
2018. 56 - 68
INVESTIGACIÓN
Y FORMACIÓN PEDAGÓGICA Revista
del CIEGC ISSN 2477-9342 |
INVESTIGACIÓN ARBITRADA Ethos docente y convivencia pacífica en una escuela
primaria Teacher’s ethos and peaceful coexistence in a
primary school Alfonso Luna Martínez1 y Cecilia
Navia Antezana2 ceeeci@yahoo.com 1 Maestro de
Educación Básica, en la Secretaría de Educación Pública. Egresado de la
Maestría en Gestión de la Convivencia en la Escuela, Cultura de Paz y
Derechos Humanos, de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Ajusco. (México) 2 Universidad
Pedagógica Nacional (México) Recibido 12
de abril de 2018 / aprobado 30 de mayo de 2018 |
Palabras
clave Ethos profesional, convivencia escolar, estrategias para la convivencia. |
Resumen Se presentan resultados del proyecto “El ethos profesional docente en la
construcción de la convivencia pacífica en una escuela primaria”. Desde una
metodología cualitativa se analizaron las prácticas de intervención en la
gestión de la convivencia de maestros en una escuela primaria del sur de la Ciudad
de México. Se encontró que los docentes realizan sus prácticas desde ciertos
significados y posiciones éticas que van desde ser responsables hacia los
alumnos, tener una actitud profesional en medio de condiciones que les exigen
adaptarse al sistema, establecer estrategias de intervención y de cuidado
hacia la convivencia de los estudiantes, y responder a estas problemáticas
con limitados procesos de formación y actualización. Desde estas posiciones
los docentes pueden reconocer y significar la convivencia y sus problemáticas |
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Keywords Professional ethos, school coexistence, strategies for coexistence |
Abstract The results of the diagnosis of the project "The professional
teaching ethos in the construction
of peaceful coexistence in a primary school". From a qualitative
methodology, the intervention practices of teacher were analyzed. It was
found that teachers perform their practices from certain meanings and ethical
positions that range from being responsible to students, having a
professional attitude in the midst of conditions that require them to adapt
to the system, establish strategies for intervention and care towards the
coexistence of students, and respond to these problems with limited training
and updating processes. From these positions teachers can recognize and mean
coexistence and its problems. |
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Introducción El proyecto “El ethos profesional docente en la construcción de la
convivencia pacífica en una escuela primaria” se planteó como objetivo
generar alternativas de formación docente para atender la convivencia
pacífica de una escuela primaria, a partir de un diagnóstico situado de las
prácticas y disposiciones de los docentes frente a esta temática. Considerando las problemáticas sociales y educativas actuales, a
nivel global y local, la convivencia pacífica se constituye cada vez más en
una necesidad apremiante en la escuela primaria. Sin embargo, fomentar la
convivencia pacífica en la escuela es una tarea compleja debido a que en esta
institución las prácticas docentes tienden a estar planteadas desde un ethos exclusivo
y no democrático, por lo que es necesario imaginar y desplegar otras maneras
de actuar la convivencia, esto es, desde un ethos inclusivo y democrático
(Rodríguez, 2015). Tales maneras de actuar se producen como dispositivos formativos, que
de acuerdo con Yurén (2005) se pueden entender
como: El conjunto de elementos (actores, objetivos, actividades que se
desarrollan, recursos empleados y reglas que obedecen a las formas de acción
o interacción) dispuestos de tal manera que, al ponerse en movimiento,
conducen al logro de una finalidad educativa determinada, lo cual responde o
bien a una demanda social, o bien a necesidades individuales. Navia (2006) y Yurén (2005), coinciden en
la necesidad de establecer procesos formativos tendientes a generar prácticas
inclusivas y democráticas, autónomas, autorreguladas, prudenciales, que
integren el cuidado de sí y de los otros. Esto es posible si se asume una
actitud crítica frente a prácticas individuales y heterónomas, rígidas,
centradas en el control, la disciplina y la cultura del miedo, como
características esenciales del ser maestro. En el caso de la convivencia en la escuela Delors
(1997), Nussbaum (2013) y Freire (2004), subrayan
la importancia de que en los procesos formativos de las instituciones
educativas se integre el reconocimiento de los otros y de la dignidad humana.
A su vez, se requiere el desarrollo de competencias para convivir en la
sociedad de manera pacífica, en tanto los estudiantes puedan entenderse como
parte de un todo más amplio y, de este modo, puedan actuar con
responsabilidad frente a sus problemáticas. Convivir con otros en la sociedad y en la escuela resulta
problemático porque existen diversas maneras de interactuar con los demás. En
cierto sentido la convivencia siempre es adjetivada, porque tiene
intencionalidad y se construye por elementos de carácter diverso y en
contextos específicos. De acuerdo con Xares (2006),
ésta puede definirse como “vivir unos con otros basándonos en determinadas
relaciones y en unos códigos valorativos, forzosamente subjetivos, en el
marco de un contexto social determinado” y pueden referirse a contenidos
morales, éticos, ideológicos, sociales, políticos, sociales y educativos. Derivado de lo anterior, es posible reconocer que la convivencia
escolar se pone de manifiesto en las interacciones de los alumnos, profesores,
autoridades, padres de familia y otros actores educativos, en un contexto
situado o determinado. Todos ellos son corresponsables tanto de las
problemáticas como de sus soluciones. Es decir, en el tema de la convivencia,
escuela y sociedad están íntimamente interrelacionados. La convivencia nos puede remitir a la interacción entre los sujetos,
pero también a una forma de construir comunidad. Tuvilla
(2004) expresa que convivir en la escuela se entiende como “la interrelación
entre los diferentes miembros de la comunidad educativa, con incidencia
significativa en el desarrollo ético, socioafectivo
e intelectual del alumnado”. En este orden de ideas, las relaciones que se
producen entre sujetos educativos siempre son formativas lo que justifica la
relevancia de analizarlas y transformarlas. Al respecto la concepción de
convivencia “no se limita sólo a la relación entre las personas, sino que
comprende todas las formas de interacción que conforman dicha comunidad, por
lo que constituye una construcción colectiva permanente, cuya responsabilidad
recae sobre todos los miembros y agentes educativos” (Tuvilla,
2004). En relación a lo anterior consideramos que para garantizar la
convivencia en la escuela, es urgente mejorar las interacciones entre en el
colectivo docente, pues es difícil convocar a los estudiantes a tener un
comportamiento si los profesores no pueden gestionar sus propios conflictos.
Es claro que tanto las prácticas de interacción de los estudiantes como de
los docentes responden a las condiciones sociales de la escuela pero también
pueden contribuir a mejorarla: “pues la comunidad educativa constituye un
espacio único y privilegiado de formación y de ejercicio de la ciudadanía
democrática”. De este
modo, los centros educativos se convierten en lugares idóneos para aprender a
vivir juntos (Tuvilla, 2004). Sin embargo, la convivencia no siempre se desarrolla de manera
pacífica entre los distintos actores del centro educativo, pues en toda
relación se hacen presentes tensiones y conflictos, sea de los maestros con
sus estudiantes o con sus pares. Para afrontarlas toma relevancia el
ejercicio diagnóstico que planteamos, dado que nos permite develar algunas
dimensiones desde donde se pueda mejorar la convivencia pacífica en la
escuela primaria. Metodología En este trabajo se empleó el método cualitativo con base en los
planteamientos de Bertely (2001), Yapu (2006) y Woods (1987). Se analizó la convivencia en dos fases. En
un primer momento se diagnosticó el “dispositivo de referencia”, Yurén (2005), para develar los elementos del ethos
profesional que están presentes en las prácticas docentes, orientadas ya sea
hacia la preservación o bien a la transformación de las condiciones de
convivencia en la escuela, entendidas estas últimas como líneas de quiebre, Deleuze (1990). En un segundo momento, se procedió a
identificar las posibilidades de intervención y las alternativas para la
reconstrucción de la realidad escolar. Los datos se recabaron en una escuela primaria de la Ciudad de
México, entre agosto del 2015 a marzo del 2016. La escuela es de organización
completa, es decir atiende todos los grados escolares, y en general cuenta
con todos los servicios educativos, como biblioteca, laboratorio de
computación y programas de apoyo educativos. Por su ubicación en la zona
conurbada, la mayor parte de los estudiantes provienen de familias de bajos
recursos económicos. Durante el estudio laboraban en la escuela doce maestros
(nueve frente a grupo, uno de educación física, uno encargado de biblioteca,
una maestra al frente de la Unidad de Educación Especial y Educación
Inclusiva) y una directora. Nueve maestros se formaron en escuelas normales y
tres de ellos en otras instituciones, aunque con carreras relacionadas con el
campo educativo. La información se recopiló a partir de observaciones, entrevistas y
análisis documental. En las observaciones, procuramos visibilizar las
interacciones entre sujetos, sus mecanismos de colaboración y estrategias de
responder a las problemáticas vinculadas con la convivencia escolar. Éstas se
realizaron en: a) aula, en la clase de
Formación cívica y ética, la de Educación física; b) patio escolar, durante la hora del receso
principalmente; c) reuniones colegiadas del Consejo Técnico Escolar y de
docentes a la hora de receso; d) dirección, en las interacciones entre
docentes y directora y, d) momentos de charlas o intercambio entre maestros
en la hora de entrada, viajes en automóvil, en la biblioteca, el patio
escolar, hora de educación física y otros momentos de interacción que surgieron
en la cotidianidad escolar. Los datos de la observación se recabaron en un cuaderno de notas,
tomándolas cada hora. Posteriormente se transcribieron en formato word incluyendo: fecha, hora, escuela, localidad,
maestro, grado y grupo, el tiempo de observación y el nombre del observador,
lo anterior de acuerdo con Bertely (2001). Los
registros de las observación se organizaron con un código que señala: la
clave O (observación), el número de observación (01, según corresponda), el
ámbito de observación, el informante (en caso de que aplique, D, directivo),
género (m o f, según corresponda), número de línea (41). Las entrevistas a profundidad se diseñaron con la intencionalidad de
obtener datos correspondientes a las disposiciones con que los maestros atienden
la convivencia en la escuela. Se aplicaron principalmente durante horarios
libres de los maestros o a la salida de clase. A las entrevistas se les
asignó una codificación para diferenciarlas. Por ejemplo: Edim0115, cuyos
elementos son: E (entrevista), d (docente), i (informante), m (masculino), 01
(número de entrevista), 15 (número de línea). Las entrevistas se grabaron en
audio y transcribieron en word. Por último se
recurrió al análisis documental o revisión de diversas fuentes sobre la
institución y las políticas educativas en torno a la convivencia pacífica,
entre ellas estadísticas de los resultados educativos de la escuela, de la
plantilla docente, políticas y normatividad escolar, así́ como el Plan
de estudios de educación básica 2011. Para el análisis se leyeron “repetidamente los datos” para conocerlos
con el mayor detalle posible (Taylor y Bogdan,
1984) y en algunos casos se escucharon varias veces las entrevistas grabadas
para entenderlas de mejor manera. En un segundo momento se realizaron las
primeras “intuiciones, interpretaciones e ideas” (Taylor y Bogdan, 1984) con la finalidad de establecer las primeras
“categorías empíricas” (Woods,
1987). Este trabajo fue de corte inductivo e implicó que al comenzar a leer
los datos, se anotaran comentarios sobre los elementos que eran recurrentes
en lo que decían y hacían los informantes, apegándonos en este ejercicio lo
más posible a las frases y acciones registradas. En este tenor y como tercer momento del análisis, se “buscaron temas
emergentes” (Taylor y Bogdan, 1984), esto es,
“temas de conversación, vocabulario, actividades recurrentes, significados,
sentimientos, dichos”. Lo
anterior con miras a establecer los lugares comunes que se podían detectar y
comenzar a formar categorías de segundo nivel, Woods (1987). Con este
ejercicio surgieron las primeras dimensiones del diagnóstico. A lo anterior, siguió una cuarta fase consistente en “formar
tipologías”, Taylor y Bogdan (1984) y Woods (1987). Esto es, describir las
maneras en que los profesionales docentes actuaban frente a los problemas de
convivencia en la escuela primaria. Por último, procedimos a construir el
diagnóstico a través del desarrollo de explicaciones, entendidas como
“conceptos y proposiciones teóricas”, Taylor y Bogdan (1984). Éstas nos
ayudaron a comprender lo que sucedía en un proceso intuitivo, ya que implicó reflexionar sobre los
datos y buscar los elementos para a entender las problemáticas en torno a la
convivencia en la escuela primaria citada. Tras el análisis surgieron las dimensiones y categorías que se
describen en la Tabla 1. Tabla 1. Dimensiones y categorías de la convivencia en una escuela primaria
Condiciones de la convivencia pacífica en la escuela El análisis de la información permitió identificar cinco dimensiones
de la convivencia pacífica en la escuela, que fueron: significados de la
profesión, posiciones éticas de los docentes en el ejercicio profesional,
aspectos relevantes de la práctica docente, problemáticas de convivencia y
estrategias en torno a la convivencia. Significados
de la profesión Respecto al significado que los docentes asignaban a la profesión, en
general refirieron que su inserción a la docencia estuvo vinculada a una
disposición favorable a la misma. Esto se advierte, por ejemplo, en que
muchos de ellos se formaron en escuelas normales. Sin embargo, varios
expresaron que las expectativas y motivación para acercarse a la docencia se
derivaron de la influencia de sus padres o familiares, que también fueron
docentes. De ahí que encontramos que heredaban o reproducían los significados
atribuidos por sus familiares en torno a la misma. Así encontramos
referencias a una relación identitaria con la
docencia ligada al “amor por los niños” o a la elección de la profesión por
el “ejemplo y consejo” (Edim0169) de
sus familiares. También encontramos elementos motivacionales de tipo afectivo que los
acercaba a la profesión, tales como elegir la carrera por lo “hermoso de la
profesión” (Edim0109) y el hecho de que les representaba una oportunidad de
poder “convivir con los niños” (Edim0113). De este modo, la motivación se
presenta como un elemento que legitima la profesión, pues al ser entendida
como vocación, el maestro no se considera como los demás trabajadores, en el
entendido de que “no afinca su legitimidad solamente a su técnica […], sino
también en su adhesión directa a principios más o menos universales”, Dubet (2006). Posiciones
éticas de los docentes en el ejercicio profesional La segunda dimensión dio cuenta de la presencia de posiciones éticas
de los docentes en su ejercicio profesional, las que giraban en torno a la
responsabilidad frente a los alumnos y la responsabilidad frente a la
sociedad. Respecto a la primera, los profesores señalaron la importancia de
formar a los estudiantes con un sentido ético y ciudadano: “El profesor no
realiza su actividad de manera vacía, sino intencionada, sus esfuerzos
formativos se orientan para que los alumnos sean “personas bien”, (Edim0113). También se hizo referencia a la
importancia de formar para “que sean buenos ciudadanos” (Edim0128). La responsabilidad frente a la sociedad está relacionada con la idea
de formar “personas productivas”. De esta manera la responsabilidad frente a
los alumnos se considera también, como un ejercicio que tenga impacto
social. Del mismo modo se considera
que el profesional docente busca formar, hacer personas que sirvan o sean
útiles a la sociedad; ayuda al alumno a lograr sus metas. Aspectos
relevantes de la práctica docente En esta dimensión se da cuenta de: la Adaptación al sistema; la
Docencia como responsabilidad, cuidado y prevención sobre los niños y por
último la Docencia como actividad entre la poca preparación y la
actualización. En relación con la adaptación al sistema, se puede notar en el
discurso y práctica de algunos maestros, que existen formas diferenciadas de
desempeño de su profesión según el tiempo que llevan ejerciendo la docencia.
Así, encontramos distinciones que señalan que los maestros de reciente
ingreso, los maestros noveles, se identifican de manera positiva como
profesionales que “se esmeran” (Edim0123). En sentido contrario, observamos
que contraponen la imagen de docentes, con más años de experiencia, de manera
negativa, atribuyéndoles características como: “ha perdido el amor por el
magisterio”, se deslinda de lo que “no le corresponde” (Edi1238). Esta situación tiene un aspecto motivacional doble, por un lado, los
maestros de reciente ingreso tratan de orientar sus intereses hacia el ideal
de docente que promueve el sistema educativo. Esto se encuentra ligado a las
nuevas modalidades de ingreso y permanencia laboral que, en el caso de
México, está articulado a la idea de un perfil de idoneidad de la docencia
que debe ser evaluado en diferentes momentos y por diferentes procedimientos.
De esta manera, el maestro que “se esmera”, se interesa tanto en obtener
experticia en su práctica como en mantener una permanencia laboral en el
sistema. Observamos a su vez que, conforme se insertan en el medio y se
socializan en el medio magisterial, se van adaptando y adecuando a las normas
del sistema y pueden cambiar hacia la búsqueda de otros intereses. De ahí que la motivación docente puede estar articulada a diversas
preocupaciones “las que están ligadas a los “intereses”: salarios,
honorarios, vacaciones, seguridad de empleo y las que surgen de la
“vocación”, el amor a los niños, el deseo de compartir el conocimiento, el
compromiso en los movimientos educativos”, Dubet
(2006). El segundo aspecto relevante sobre la práctica docente hace mención a
la docencia como responsabilidad, cuidado y prevención sobre los niños. La
idea de responsabilidad se traduce en varias afirmaciones a la definición de
una política de seguridad de los niños, pero también de los maestros.
Rodríguez (2015), señala que esta política de seguridad “privilegia el
desarrollo de estrategias de defensa que promueven la exclusión del otro
cuando se le considera como una amenaza para la preservación del orden
escolar”. Esto conduce a que los maestros, ante la posibilidad de que algo
suceda a los niños, tiendan a hacerse presentes en todas partes y en todo
momento, favoreciendo la constitución de un dispositivo defensivo continuo de
seguridad que los convierte en una especie de vigilantes de los estudiantes,
de los otros profesores y de sí mismos, y en el peor de los casos
favoreciendo procesos de exclusión. La posibilidad de tener mil ojos, estar atentos en todos lados,
aunque no se esté allí, nos remite a la idea de panoptismo
propuesta por Foucault (1999) con el que, a través de la vigilancia e
inspección continua, se logra en los niños: “ausencia de ruido, ausencia de
charla, ausencia de disipación”. Otro aspecto relevante se refiere a la docencia en relación a la
formación docente, caracterizada como una
actividad que oscila entre la poca preparación y la actualización. Los
docentes reconocen ciertas deficiencias formativas para atender a los alumnos
y expresan que en ocasiones actúan desde sus propios preceptos o
consideraciones, sin ningún soporte teórico que les ayude a comprender el por qué de su manera de proceder. Pero aún más, se
manifiesta la falta de interés de algunos docentes por formarse para atender
las diversas problemáticas que tienen frente a ellos. Problemáticas
de convivencia que reconocen los docentes Las diversas maneras de concebir la
convivencia, las interacciones conflictivas con los estudiantes así como con
sus pares constituyen para los docentes algunos problemas de la convivencia
escolar. En cuanto a las diferentes formas de concebir la convivencia,
encontramos que para los docentes ésta se constituye en relación con el
respeto y la conducta de los estudiantes, generalmente vistos de manera
negativa, como la falta de respeto y mala conducta. A su vez está presente la
idea de que promover la convivencia escolar se convierte en una oportunidad
para “corregir” al alumno y hacerle comprender cuál debería ser su
comportamiento ideal en la escuela, frente a sus compañeros y los profesores.
Relacionado con lo último, está presente la vinculación que se hace a
la noción de convivencia con la idea de que los estudiantes sean capaces de
“demostrar su afecto” de un ser humano hacia otro, pero llama la atención que
se hace referencia a la idea de la relación del alumno hacia el maestro, con
lo que se puede identificar la presencia de una tensión de la convivencia
escolar no sólo entre los alumnos, sino también con los profesores. Esta
tensión se advierte por ejemplo, cuando los docentes señalan que en años
anteriores tenían posibilidades de hacer frente a los problemas de
convivencia, entendida ésta como la práctica de “corregir” al alumno y de
hacerlo comprender, mientras que ahora, esta tarea se les hace más difícil. En relación con las interacciones conflictivas entre los alumnos, los
docentes señalan que responden a problemáticas sociales que son llevadas a la
escuela. De ahí que en la escuela se reproducen cuando intentan dirimir sus
diferencias o establecer diversas formas de interacción en la escuela. Esto
genera, según los maestros problemas entre pares como discusiones entre
estudiantes, acciones directas como molestar a los demás, sacarles sangre de
la nariz, golpearlos, entre otras acciones.
Refiriéndonos a la interacción que se produce entre estudiantes y
maestro, los docentes señalan como problemas la pérdida de respeto hacia
ellos; así como, una especie de añoranza hacia lo que era la figura del
profesor para los alumnos, así como una tendencia, presente en la actualidad,
para mirarlo como una persona “normal” o como alguien que los “debe cuidar”. Los docentes también identifican problemas como la indisciplina, la
falta de compañerismo, la poca disposición de los estudiantes a trabajar y la
“pérdida de educación”. También señalan que los problemas de indisciplina o
mala conducta afectan el aprovechamiento escolar, ya que los alumnos al estar
moviéndose o haciendo desorden, dejan de atender al maestro. Consideramos relevante a su vez que los profesores identifican como
problemáticas de la convivencia escolar aquellas derivadas de la interacción
entre los mismos maestros. Entre ellas señalan que existe falta de apoyo
entre docentes así como que señalan que entre ellos se manifiestan actitudes
de bombardeo de unos a otros. Además
de esto, manifiestan la presencia de ciertas prácticas de autoprotección
docente, comprendida como evitar hacer comentarios o señalamientos de
prácticas que afectan la convivencia escolar generadas por otros maestros,
bajo la idea de eludir conflictos o problemas en un futuro, tal como evitar
ser señalados o cuestionados por sus pares cuando ellos puedan tener alguna
acción inadecuada. Los profesores expresan que existe poco apoyo o interacciones que
favorecen la colaboración entre ellos, lo que obstaculiza la posibilidad de
enfrentar de manera colegiada la convivencia escolar. A ello se le suma la
falta de formación, competencias y herramientas para identificar problemas de
convivencia y resolverlos, sea que se atiendan de manera individual o
colectiva. Finalmente señalan que en las reuniones colegiadas, como las que
se realizan en los Consejos técnicos u otras, se aborda muy poco o se elude
la atención de estas problemáticas, y cuando se toca alguna de ellas la
discusión se orienta más hacia obtener “recetas” que resuelvan las
problemáticas y no a reflexionar de manera profunda sobre las mismas. Estrategias
en torno a la convivencia desplegadas por los docentes Los maestros despliegan estrategias frente a la convivencia escolar,
en tres aspectos: hacia los alumnos, hacia los otros docentes, hacia los
padres de familia. En el caso de los alumnos, tratan de “moldear la forma de
ser” (Edim0133), platicar con ellos para hacerlos comprender, “llevarlos a un
camino recto” (Edim0147), darles confianza. En el mismo sentido, los maestros intentan establecer ambientes para
la convivencia en la escuela, mediados por un reglamento en el aula, la
puesta de límites y normas, «conducir a los alumnos para que vean lo
importante» (Edif1033), hablar sobre valores para que se practiquen, leer y
hacer actividades, realizar investigaciones o dibujos sobre valores, decirles
las consecuencias de su comportamiento. Por otro lado, frente a la convivencia en la escuela, los docentes
adoptan una serie de estrategias que tienen más relación con simular o
protegerse en relación a las autoridades o sus pares, que en favorecer un
ambiente favorable a la convivencia. Entre ellas destacan, por ejemplo,
realizar acciones que se hagan notar o que dejen evidencias, en documentos,
posters, u otros recursos, con el objeto de “mostrar” que promueven la
convivencia pacífica en la escuela, aun cuando estas prácticas no logren
trascender o afectar de manera positiva a la misma. A manera de conclusiones Con el análisis precedente hemos podido vislumbrar ciertas
posibilidades del ethos
profesional docente para transformar las condiciones de convivencia en la
escuela. A continuación presentamos algunas de éstas. Ante las problemáticas que los docentes viven en los centros
escolares, se hace necesario establecer estrategias formativas con miras a
modificar los supuestos que los docentes tienen sobre su práctica docente en
relación con la convivencia escolar. Principalmente, acercarlos a procesos de
sensibilización que les ayuden a comprender la responsabilidad que su labor
tiene en la construcción de ambientes de aprendizaje donde exista respeto y
reconocimiento de la dignidad humana de los diversos actores. Por otro lado, resulta fundamental ofrecer a los docentes la posibilidad
de analizar colegiadamente las problemáticas escolares relacionadas con la
convivencia en la escuela, establecer planes de acción y buscar herramientas
teóricas y prácticas para atenderlas. El Consejo Técnico escolar resulta ser
un espacio útil para tal fin. Es necesario construir estrategias transversales a las diferentes
responsabilidades que integran la función docente. Esto permitirá que los
maestros, como colectivo docente, desarrollen estructurantemente
habilidades de convivencia pacífica, tales como la negociación, la
participación democrática y la responsabilidad. Es posible atender las necesidades formativas de los docentes, pero
los cambios deben ser graduales e involucrar el diálogo colectivo, la
colaboración y participación de todos. Transformar el ethos profesional docente
implica modificar los supuestos, los valores, las aspiraciones y las
prácticas de manera razonada e intencional, para orientarlas al logro de la
convivencia pacífica en la escuela. Referencias Bertely, M. (2001). Conociendo
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