Año
5 N° 9 / Enero – junio 2019. 6 - 27
|
ISSN 2477-9342 |
|
INVESTIGACIÓN ARBITRADA Los fundamentos de la investigación cualitativa en la construcción
del conocimiento en la enseñanza geográfica[1] The foundations of
qualitative research in the construction of knowledge in geographical
education José Armando Santiago jasantiar@yahoo.com Universidad de Los Andes (Venezuela) Recibido 17 de enero de 2018 / aprobado 26 de septiembre de 2018 |
|
Palabras
clave Construir conocimientos, enseñanza geográfica,
investigación cualitativa. |
Resumen El propósito del artículo es explicar la necesidad de construir el
conocimiento en la enseñanza geográfica con la aplicación de los fundamentos
de la investigación cualitativa. El problema obedece a la vigencia de la
transmisión de contenidos en la geografía escolar cuestionada por la
investigación pedagógica que propone examinar los objetos de estudio, con la
revelación de la subjetividad analítica e interpretativa de sus
protagonistas. Eso determinó revisar bibliografía para estructurar una
explicación sobre el escenario geohistórico, el
paradigma cualitativo y el acto educante; el acto
de conocer en la geografía escolar e innovar la geografía escolar con la
episteme cualitativa. Concluye al destacar la importancia de enseñar esta
disciplina con actividades para recolectar, procesar y transformar datos en
conocimientos, en procesos formativos de efectos en la subjetividad
analítica, crítica y constructiva de ciudadanos, cultos, creativos,
responsables y comprometidos con el cambio social. |
|
|
Keywords Build knowledge, geographical teaching, qualitative research |
Abstract The purpose of the article is to explain the need to build knowledge
in Geographical Education, with the application of the foundations of
qualitative research. The problem obeys to the validity of the transmission
of contents when learning geography questioned by the pedagogical
investigation that proposes to examine the objects of study, with the
disclosure of the analytical and interpretative subjectivity of its main
characters. It determined to review the bibliography to structure an
explanation about the geo-historical scenario, the qualitative paradigm and
the educative act. The act of knowing Geography at the School and innovate
school geography with the qualitative episteme. It concludes by highlighting
the importance of teaching this discipline with activities to collect, process and transform data into knowledge, in
formative processes of effects on the analytical, critical and constructive
subjectivity of citizens, learned, creative, responsible and committed to
social change. |
|
|
Introducción En el lapso histórico entre los años sesenta del siglo XX, hasta la
actualidad, se muestra un contexto globalizado complejo de cambio vertiginoso
en diaria transformación, caracterizado por sucesos imprevistos e impensados.
En ese contexto, en las ciencias sociales ocurre una innovación paradigmática
y epistemológica, distinguida por nuevas opciones para construir el
conocimiento, al privilegiar la subjetividad de los actores de los objetos de
estudio, obtenida al aplicar estrategias de investigación vivenciales. Esta situación ha derivado un intenso debate, cuya diatriba ha
centrado la controversia en discutir sobre la influencia hegemónica del
positivismo, como garante de la verdad científica, desde el siglo XIX. Una
razón es el rechazo a la unicidad de este paradigma como el método apropiado
para analizar las problemáticas de la sociedad, con los mismos propósitos
como si se tratase de fenómenos naturales. En respuesta, la tendencia a
justificar que lo cultural, lo social y lo humano, deben asumir sus propias
opciones epistémicas. Quienes han estudiado esa realidad, opinan que quizás lo más difícil
para el positivismo, ha sido preservar la objetividad neutral, apolítica y
desideologizada en el análisis explicativo de los estudios en las ciencias
sociales, donde ya es común la falibilidad, el contrasentido y la paradoja,
como signos propios de la vida cotidiana globalizada. Además se ha
reivindicado el sentido común, la intuición personal, la experiencia, la
metáfora y la investigación en la calle, en la construcción del conocimiento
social. Con estos hechos, se han propuesto otras iniciativas para desarrollar
la explicación de lo social con solidez científica que se afana en demostrar
rigurosidad, validez y fiabilidad al indagar temas de la educación, la pedagogía
y la didáctica más allá de la estadística; por ejemplo, preguntarse ¿Qué
ocurre en el aula de clase? En respuestas se ha revelado que el ámbito
escolar es afecto a rutinas propias del siglo XIX; es decir, una realidad muy
distante de la finalidad educativa de formar ciudadanos cultos, sanos y
críticos. Esta opción epistémica ha sido calificada de cualitativa, aunque hoy
día es motivo de debate, pues hay objeciones sobre su condición de ciencia y
se discute si es paradigma, enfoque o modalidad. No obstante, su aplicación
ha permitido estructurar aportes altamente significativos en el mejoramiento
de la calidad educativa. Tal es el caso de la geografía y su enseñanza. Al
respecto, al investigar su realidad, se han propuesto iniciativas innovadoras
desde la epistemología más vinculada con la experiencia, la vivencia y el
saber personal. De allí el propósito de analizar la construcción del conocimiento en
la enseñanza geográfica con los fundamentos del paradigma cualitativo. Esta
iniciativa va en la dirección de destacar la importancia de la perspectiva
cualitativa en el mejoramiento de la calidad pedagógica y didáctica de la
enseñanza de la geografía, como ofrecer otra opción explicativa para
descifrar los acontecimientos propios de la tradición decimonónica, todavía
de notable actualidad en la actividad escolar cotidiana. Esta situación determinó realizar la consulta bibliográfica para
estructurar una reflexión sobre el escenario geohistórico,
el paradigma cualitativo, la práctica pedagógica de la geografía escolar y la
exigencia de su innovación. Por tanto, este análisis promueve enseñar lo
geográfico, desde una orientación más humana y social, fundada en la
alfabetización hacia la conciencia democrática, crítica y creativa, para
entender los cambios geohistóricos del nuevo
milenio, al igual que los sucesos problematizadores
de la comunidad. El Escenario
Geohistórico, el Paradigma Cualitativo y el Acto Educante Desde mediados del siglo XX, los historiadores han apreciado el
desenvolvimiento de condiciones reveladoras de cambios notables y
significativos en los diferentes escenarios del contexto social
contemporáneo. En la perspectiva de Maldonado (2016), los hechos han
asegurado la conformación de una época particular, con fisonomía propia,
donde destacan el debate paradigmático y epistemológico y la fortaleza de la
tendencia explicativa de fundamentos teóricos y metodológicos diferentes a lo
establecido por la ciencia positiva. Precisamente, la existencia de otras iniciativas para interpretar la
realidad, fundan su propósito en conocimientos y prácticas expuestos con
remozadas perspectivas teóricas; en especial, aportar otras reflexiones sobre
cómo se elabora el conocimiento. Un aspecto destacado por Sousa (2011), es
que ha sido necesario asumir el contexto sociohistórico,
como referente para analizar los hechos de la época, como también la
obligación de buscar otras respuestas a los objetos de estudio diferentes a
la aplicación de la estadística. Especialmente, en la opinión de Llancavil
(2014), una preocupación ha sido visibilizar las fuerzas condicionantes del
aprovechamiento irracional de los territorios, los mecanismos alienantes de
la conciencia y los incentivos psicológicos para menospreciar la identidad
colectiva con lo propio. Estos aspectos, han requerido de otros análisis en
los cuales se exige escuchar la voz de sus actores. Por cierto, en la
perspectiva de Denzin y Lincoln (2005), las nuevas
epistemes han encontrado justificación a una nueva versión: …que ubica al observador en el mundo. Consiste en una serie de
prácticas materiales e interpretativas que hacen visible el mundo y lo
transforman,… En este nivel, la investigación cualitativa implica un enfoque
interpretativo y naturalista del mundo, lo cual significa que los
investigadores cualitativos estudian las cosas en sus escenarios naturales,
tratando de entender o interpretar los fenómenos en función de los
significados que las personas les dan (p. 48-49). Se trata de estudiar los temas en su comportamiento natural y
espontáneo donde el investigador desarrolla su acción indagadora para revelar
los puntos de vista elaborados por los actores de las situaciones vividas. Es
obtener las opiniones de los ciudadanos como significados construidos en la
vida diaria, derivados del protagonismo de ser habitantes de una comunidad.
Por cierto, un objeto de la crítica ha sido el modelo educativo tradicional,
sostenido en la transmisividad del conocimiento y
en la memorización como aprendizaje. En la controversia, resalta el agotamiento y la debilidad originada
por la ausencia de la puesta en práctica de los conocimientos. Es la acción
educativa que enfatiza en el acento intelectual y formar letrados, eruditos y
pensadores, certificados por la lectura pertinaz. De acuerdo con De Zubiria (2002), es educar con la prioridad de transferir
nociones y conceptos, con una labor pedagógica estricta y rigurosa,
desenvuelta como un acto formal, habitual, serio, juicioso y disciplinado. El soporte epistémico de esta acción pedagógica, han sido las bases
teóricas de la ciencia positivista, cuya operatividad se facilita con el
currículo fragmentado, las asignaturas sustentadas en contenidos
programáticos de acento absoluto y la enseñanza estrictamente metódica, precisa
y puntual. Hoy día, al acentuarse las críticas, ante su innegable desacierto,
debilitación y desfase de la época, es tendencia pedagógica el incentivo de
las explicaciones críticas y constructivas de la realidad que, según Inga
(2009), obedecen a: …diversas formas de percepción del sujeto para comprender la vida
social mediante una visión integral del fenómeno estudiado… donde se prioriza
la realidad cambiante…, se busca encontrar el porqué de las acciones, por
ello, la relevancia de la interpretación, de acuerdo al contexto
sociocultural e histórico… (p. 207) En otras palabras, se reconoce que cada ciudadano percibe la realidad
a su manera, desde su experiencia y vivencia. Por tanto, al consultar a
varias personas, es posible obtener varias apreciaciones y, desde ellas,
poder desarrollar interpretaciones coherentes como base de la construcción de
nuevos aportes teóricos sobre los objetos estudiados. En efecto, el
interrogatorio tiene como propósito orientar la entrevista, cuyo guion debe
conducir a lograr la manifestación de la subjetividad sobre el tema objeto de
estudio. Lo enunciado significa, en palabras de Hernández (2011), la
posibilidad para fundar un modelo educativo; por ejemplo, en los puntos de
vista de docentes sobre el modelo tradicional, en cuanto la escasa habilidad
lectora, de la escritura y del énfasis en la memorización, como también la
débil destreza expositiva argumentada de los estudiantes, para citar casos.
Es una realidad alarmante e inquietante, pues todavía persiste la reproducción
conceptual, la ausencia del análisis reflexivo, crítico y la ausencia
analítica. Igualmente, de acuerdo con Santos (2004), la oportunidad está dada
para apropiarse la realidad geográfica, con su variedad de temáticas y
problemáticas. Tal es el caso de las condiciones sociohistóricas
de los países pobres, la macrocefalia urbana, la ruptura del equilibrio
ecológico, la contaminación ambiental, el crecimiento desordenado de los
centros urbanos, la dinámica geopolítica, la crisis del sistema capitalista mundial,
la economía globalizada y su efecto en la desigualdad social. Otros tópicos de interés pueden ser la crisis del modelo económico
capitalista, la dinámica geopolítica hegemónica, el sentido abierto de las
fronteras políticas, la intensa movilidad demográfica sur-norte, las
diferencias étnicas, raciales y la exclusión social e igualmente la
ocurrencia cotidiana de diversos conflictos geopolíticos, el desequilibrio
ecológico, la contaminación ambiental, el incremento de la desertificación,
la merma del agua para consumo humano, el calentamiento global, entre otros
aspectos. En el caso de la geografía como disciplina, se limita en la práctica
escolar a transmitir contenidos establecidos en el programa oficial. Eso
condiciona circunscribir el acto educante a
nociones y conceptos, en la generalidad de los casos, fáciles de memorizar.
Sin embargo, Pagés (2012), considera que ante las condiciones de la época, es
necesario estimular la docencia con
otras opciones explicativas, donde debe resaltar la perspectiva hermenéutica
centrada en el análisis crítico-interpretativo de las causalidades
geográficas. Igualmente, ya en el inicio del nuevo milenio, Delgado (2003),
Moreno, Rodríguez y Sánchez (2007), manifestaron que en la innovación teórica
en la geografía y su enseñanza, se han expuesto otras opciones científicas y
didácticas, se adopta una visión hermenéutica de los hechos, al asumir la
subjetividad de sus actores y descifrar los sucesos a partir del sentido
común, la intuición y la experiencia cotidiana de los ciudadanos. Se trata de
un salto epistémico para entender lo real en la opinión de sus actores. En efecto, en la reflexión de
González y Ojeda (2005), ahora el investigador se puede involucrar
activamente, ya no como espectador de las situaciones a investigar, sino como
participante juicioso en su acto explicativo. Al respecto, puede considerar
los imaginarios colectivos, conocer los efectos del momento histórico en el
lugar y analizar las penurias sociales con la perspectiva ideológica y
política; es decir, aproximarse a las circunstancias, con las
representaciones y/o concepciones asumidas por los ciudadanos. De esta forma, la ciencia geográfica, ha roto con la exclusividad del
positivismo, apoyado en el método hipotético-deductivo, para conocer en forma
objetiva, rigurosa y estricta que, en la opinión de González y Ojeda (2005),
eso ha representado: “La pretensión de estudiar la realidad parte por parte
que significa poner en práctica el esquema simplificador y reduccionista en
la construcción del conocimiento, pues un conocimiento que se fracciona
produce inevitablemente un saber mutilado e incompleto” (p. 64). Esta situación ha colocado a la geografía escolar, en una
circunstancia preocupante por su marcada discordancia de la complejidad del
actual momento geohistórico, ante su indiscutible
acento decimonónico; en especial, su afecto a las orientaciones del
positivismo y, con eso, la notable ausencia de la renovación paradigmática y
epistemológica. En efecto, el deber de revisar los fundamentos científicos y
pedagógicos de la geografía escolar en su práctica escolar cotidiana. El reto es dar el salto pedagógico desde la acción educativa
pragmática y empírica tradicional hacia la comprensión crítica y constructiva
del panorama geohistórico, con el apoyo de los
fundamentos del constructivismo y renovadas estrategias didácticas, cuyo
propósito debe facilitar un acto educante acorde
con mejorar las necesidades formativas de los educandos. Por tanto, se impone
el desafío de contextualizar la formación educativa de la enseñanza
geográfica, en el marco de los sucesos actuales y, en lo esencial, promover
la explicación de las dificultades comunitarias. Al respecto, según Soares y Ueda (2002): Enseñar hoy geografía –en un momento de más incertidumbres que certezas-,
no ha sido tarea fácil para la mayoría de los profesores. El mundo ha vivido
una serie de transformaciones culturales, económicas y sociales. El mundo
posmoderno es un mundo de globalización, de derrumbe de fronteras, de rápidas
alteraciones, de flexibilización, de reglas canceladas. Sujetos y objetos
vislumbran nuevas posiciones. El espacio social se está transformando. En esa
coyuntura, donde resulta tan difícil encontrar respuestas como formular
preguntas, se cuestiona nuevamente que es el enseñar, cuál es el sentido y la
función de la escuela en la llamada Sociedad del conocimiento (p. 87). Lo enunciado por Soares y Ueda (2002), implica prestar atención a la complejidad y
cambios de la época, donde las realidades se comportan complicadas en sus
desenvolvimientos; en muchos casos, han afectado a la calidad de vida
colectiva, a pesar del destacado progreso económico y financiero. Entonces se
ha hecho necesario asumir con renovados fundamentos epistemológicos, las
situaciones contemporáneas, por ejemplo, en el marco de la “Sociedad del
Conocimiento” y el avance científico-tecnológico. Una opción que ya es habitual en las propuestas de los expertos en
los estudios sobre la geografía y su enseñanza; por ejemplo, Arenas y Silva
(2013) y Aguilar (2014), han estimado que en la innovación de esta labor
formativa, apremia asumir los avances paradigmáticos y epistemológicos, como
sus efectos en la disciplina, la pedagogía y la didáctica. Eso contribuirá en
la renovación teórica y en la aplicación de estrategias metodológicas para
explicar la intervención de los territorios y la organización del espacio
geográfico en forma participativa y protagónica, tanto del docente como de
sus estudiantes. Este contexto sociohistórico y, en él, la
innovación paradigmática y epistemológica, son referencias fundamentales en
exigir la innovación de la enseñanza geográfica. La necesidad de entender la
complejidad del momento, requiere un proceso formativo escolar que capacite
para construir el conocimiento, utilizar estrategias investigativas y
fomentar la actitud analítica, critica e interpretativa. Es un acto educante innovador y pedagógicamente transformado, hacia
la comprensión dialéctica del mundo globalizado. El Acto de Conocer en la Geografía Escolar El ámbito sociohistórico del inicio del
nuevo milenio es motivo de la atención de los investigadores sobre la
geografía y su enseñanza. Al respecto, se asumen fundamentos teóricos y
metodológicos para analizar su conducta en cuanto lo confuso, lo discordante
e incierto de la época. Eso responde, en la perspectiva de Maldonado (2016),
poder apreciar la eventualidad de calificativo difícil y caótico, debido al
suceder de inconvenientes inesperados, imprevistos e impensados que han
resaltado el carácter complejo globalizado. En la opinión de García y Rosales (2000), en este caso, ante lo
complicado de lo real, la prioridad debería ser mejorar la calidad de vida de
los ciudadanos, con acciones integrales para preservar las condiciones
ecológica y ambiental del territorio. Es ofrecer alternativas formativas que
contribuyan a forjar la conciencia en la sociedad de lo no renovable de lo
natural. En tal sentido, se han presentado opciones inscritas en modelos
educativos, con propuestas de cambio y transformación en la concepción social
sobre la realidad territorial. Lo cierto es que mientras el capital barniza la intervención con
argumentos maquillados con la acción mediática y los aditivos psicosociales,
los grupos humanos organizan los territorios para satisfacer sus necesidades.
Esta situación muestra la existencia de una visión opuesta sobre el tema del
aprovechamiento de las potencialidades de los territorios. En principio, se
hace inevitable, al analizar las calamidades ambientales, para diferenciar
las razones de lo social y la intención del acento económico y financiero. En el caso del tratamiento pedagógico de estas problemáticas en la
geografía escolar, desde mediados del siglo XX, en América Latina y el
Caribe, en las reformas curriculares, teóricamente se han introducido
contenidos programáticos acordes con el estudio de la situación ecológica y
ambiental en las asignaturas geográficas, aunque con un sentido neutral,
absoluto y dogmático, para ser transmitidos a los estudiantes desde un
formato libresco. En palabras de Moreno, Rodríguez y Sánchez (2007), un
resultado es lo siguiente: …los programas y propuestas curriculares aunque cambian de contenido
no se han transformado en lo esencial. Todavía se sigue enseñando una
geografía cosificada, carente de vida, recortada en diversos planos…, desde
el punto de vista ideológico continúa con su pretensión de neutralidad frente
al mundo de la vida…, sin llegar a comprender la fundamental interacción
entre individuos y entornos para la construcción significativa del mundo geográfico
(p. 91). Por tanto, si la tarea esencial es entender la complicada realidad
geográfica, al igual que visibilizar las intenciones del capital, el esfuerzo
pedagógico escolar es impotente, débil y agotado, en cuanto la disonancia
entre lo teórico y la práctica pedagógica. Significa que aunque el currículo
expone fundamentos renovados, la actividad escolar cotidiana preserva su
tradicionalismo, notablemente contradictorio con la explicación geográfica
exigida para entender las dificultades que afectan a los territorios en la
actualidad. Según García-Lastra (2013), esta orientación formativa de la
enseñanza de la geografía estimula el consumo del conocimiento ya
estructurado por los expertos, al transferir a los estudiantes, los
contenidos escolares con una acción didáctica aferrada a la memorización. Se
trata de una práctica pedagógica que los expertos investigadores consideran
como notablemente caduca, envejecida y opuesta a la exigencia de la
explicación crítica a las condiciones geográficas presentes. Este caso permite para Pipkin, Varela y Zenobi (2001), precisar que mientras la geografía como
disciplina científica, avanza vertiginosamente en la investigación, en el
aula, su enseñanza se comporta con afecto a lo pretérito y ajena a la
comprensión de la realidad inmediata. Al reflexionar sobre este suceso, los
autores citados, resaltan el hecho que la geografía escolar está atrapada en
la transmisión de los aspectos teóricos enumerativos, naturalistas y
deterministas, de los rasgos físico-naturales de los territorios. Al resaltar la vigencia de la tradición pedagógica obedece a que en
las condiciones del mundo contemporáneo, es incomprensible sustentar el
aprender de memoria, aunque desde el siglo XIX, hasta el presente, ha servido
para afianzar el intelecto. En el inicio del nuevo milenio, cuando la
enseñanza geográfica dispone de otros fundamentos teóricos y la realidad
exige una formación acorde con el nivel biopsicosocial del educando, urge un
saber enseñable para comprender la complejidad ambiental, geográfica y social
de la época. No es una disputa, entre el saber aprendido y el saber enseñable sino
una necesidad social, ante la evidencia del conocer en la práctica escolar
cotidiana, centrado en reproducir el contenido programático, de manera exacta,
precisa, objetiva, para educar ciudadanos pasivos, acríticos e indiferentes a
la realidad vivida. Al analizar esta situación, a fines del siglo XX, Lacueva
y Manterola (1989), reprocharon esta labor escolar
pues enfatiza en copiar el contenido del libro en el cuaderno, repetir el
esquema del pizarrón, realizar ejercicios pautados en el libro y escuchar con
atención la explicación del docente. En palabras de Llancavil (2014), en la
persistencia de la crítica, el cuestionamiento y la objeción a esa actividad
diaria, el aspecto más censurado es la vigencia del falso activismo
pedagógico donde; por ejemplo, el dictado es sustituido por la copia del
contenido directamente del libro y el docente supervisa esa labor. Lo cierto
es que persiste la tradicionalidad, pero barnizada con el maquillaje
distorsionador, de tal manera de no alterar la formalidad pedagógica
enraizada desde el siglo XIX. Se trata de una acción pedagógica y didáctica que se conserva
incólume, invulnerable, inmune y resistente al cambio. Al revisar sus
antecedentes, desde el siglo XIX hasta el presente, no hay equivocación en
calificar su accionar diario como blindado, intacto y fortificado. Allí es
incuestionable la resistencia a innovar para superar la labor pedagógica de
fisonomía inmutable, aunque algunas veces disfrazada con un formato de
apariencia renovada que esconde la firmeza de su pretérito inicio en la
escuela. En efecto, de acuerdo con Rodríguez de Moreno (2000), cuando se
pretende conocer cómo se elabora el conocimiento en la geografía escolar, en
su práctica diaria, se impone el reto de visitar al aula de clase, implica
reconocer: “…que en la práctica pedagógica existen inconsistencias y
contradicciones, entre el discurso académico, la enseñanza y la práctica de
los docentes lo que se refleja en el panorama escolar,…a pesar de las
reformas educativas...” (p. 11). Esta realidad demuestra que la concepción educativa, en su labor
habitual, ya no soporta el análisis acucioso y diligente de su acción
pedagógica y didáctica envejecida. Todo se resume en su propósito de
intelectualizar a los ciudadanos, desde la perspectiva geográfica descriptiva
y la didáctica transmisiva, como orientaciones
educativas esenciales, cuya labor da origen a una deficitaria formación que,
en palabras de Delgado (2003), se concreta en una labor pedagógica en la
cual, desde su punto de vista: Las clases de geografía no convencen, pues con honrosas excepciones
sólo se enseña una geografía corográfica en la que se intenta dar una
información acerca de unos determinados países. Y por desgracia esas
descripciones a base de mapas, cuadros sinópticos y apretados resúmenes, son
menos interesantes que las que ofrecen los llamados mass-media,
y por supuesto más pobre… (p. 2). Esta situación conceptual y didáctica que caracteriza a la geografía
escolar, facilita entender la presencia de la visión formativa convencida de
educar a los ciudadanos, con la reproducción de contenidos programáticos, sin
estimular el acto reflexivo, menos crítico y cuestionador. Ante la prioridad
de transmitir la noción y/o el concepto, resulta ingenuo, inocente, poco
honesto e irresponsable pensar en aprendizajes significativos. Esta labor
obvia la explicación y la transferencia del concepto en el análisis
dialéctico de la realidad geográfica. En la opinión de Benejam
(1999), en la enseñanza geográfica tradicional: a) La realidad tan solo se
contempla en su fisonomía externa. b) La comprensión de lo real,
se obtiene al ejercitar su fragmentación. c) La objetividad obedece a
asumir la copia fiel y exacta de la realidad. d) Enseñar geografía es
facilitar la copia del contenido programático. e) El aprendizaje se origina al
reproducir lo observado en forma acertada. f) La finalidad educativa es
intelectualizar la visión pasiva, acrítica y neutral. Como complemento a los aspectos citados, se destaca también el uso
diario de técnicas verbales con fines de mantener la disciplina, el orden y
la pasividad; además de la escasa importancia asignada a la participación y
el protagonismo estudiantil. Se trata entonces de una desacertada opción
pedagógica, debido al uso inoportuno de experiencias más relacionadas con la
observación imparcial, neutral y apolítica de las circunstancias ambientales,
geográficas y sociales, que intentar su intervención crítica y
transformadora. Con estos fundamentos, la geografía escolar, desde la perspectiva de Gurevich (1994), “…es una versión lavada y descolorida de
la realidad contemporánea. Ella describe trazos del planeta relatando sus
características como si fueran postales congeladas” (p. 64). Esta afirmación
coloca a esta acción pedagógica en una complicada situación, porque resulta
inapropiada para explicar los eventos geográficos, desde una reflexión
analítica e interpretativa reveladora de la causalidad de las situaciones
comunitarias. En consecuencia, el análisis deja ver el sustento de la vigencia del
falso cientificismo positivista, traducido en el acto educante
apegado a la objetividad, la imparcialidad y la ecuanimidad. Para Soares y Ueda (2002), al
mantener los fundamentos tradicionales en lo disciplinar geográfico y en lo
pedagógico, los aspectos citados, contribuyen a desviar en la geografía
escolar, su capacidad explicativa y desnaturalizar el cumplimiento de la
labor pedagógica ajustada a entender la complicada época. Un paso decisivo en el cambio en la dirección formativa de la
enseñanza geográfica, es precisamente evitar el recetario positivista, hacia
facilitar el contenido y al logro del objetivo. Eso implica el apremio de dar
el salto epistémico desde la pedagogía tradicional y conductista, centrada en
el libro y el cuaderno, hacia la investigación participativa que atienda la
“explosión de la información”, la problemática social y la subjetividad de
los actores de los objetos de estudio, porque en palabras de Rodríguez
(2008): …la geografía escolar ya no puede competir en calidad con la información
transmitida por los medios de comunicación, a lo que habría que apostillar
que ni debe hacerlo, pero si le compete ahora integrar esa información
geográfica `popular´ como objeto de análisis crítico para formar el futuro
ciudadano a enfrentarse con el sistema de conformación de opiniones públicas
que constituyen los medios de comunicación (p. 26). Con base a lo enunciado, se impone revisar la forma de elaborar el
conocimiento geográfico en la geografía escolar. La distancia entre el
conocer en el aula, en la comunidad y en la ciencia, impone redimensionar su
actividad formativa. Ya es hora de comenzar a abrir las puertas de la escuela
a la geografía vivencial comunitaria, al promover el estudio de las
circunstancias del lugar habitado, a través de la aplicación didáctica de los
fundamentos teóricos y metodológicos cualitativos. La versión tradicional de la geografía escolar, representa la
existencia de un obstáculo epistémico para la geografía y su enseñanza en la
época actual. Esta circunstancia es reveladora de la escasa importancia
formativa asignada a esta práctica pedagógica, mientras en los espacios
académicos, se debate sobre su capacidad explicativa interpretativa, crítica
y creativa de los sucesos del lugar. Esa contradicción amerita del apoyo epistémico
que supere la transmisión de contenidos programáticos hacia la construcción
del conocimiento. Para Innovar la Geografía
Escolar con la Episteme Cualitativa La gestión para innovar la geografía escolar tiene un valioso
antecedente derivado de interrogar sobre cómo se conoce en el aula de clase.
Al respecto, allí lo habitual ha sido entender sus sucesos con los datos
estadísticos, referidos a cuantificar la matrícula, la deserción, los nuevos
ingresos, la promoción, entre otros aspectos. Pero un aporte al cambio se
produjo cuando en 1989, Rodríguez formuló la siguiente pregunta: ¿Qué ocurre
en el aula de clase? En busca de respuestas se visitaron aulas para observar su desarrollo
y se pudo apreciar la verdadera magnitud de su acto cotidiano. Se trata de un
accionar rutinario, donde resalta la directividad
del docente y la pasividad de los estudiantes, desenvueltos en una labor transmisiva de contenidos programáticos. Esta situación
se puso de manifiesto al aplicar los fundamentos de la ciencia cualitativa,
como posibilidad para conocer el suceder del aula desde la observación de su
práctica e igualmente interrogar a docentes y estudiantes. Para Pagés (2012), esta forma de conocer la actividad escolar
reivindicó en el plano epistémico, asumir sus objetos de estudio desde otra
perspectiva, más ajustada a la forma de su ocurrencia. Por tanto, con la
orientación cualitativa de la ciencia, se pudo reconstruir lo estudiado desde
los puntos de vista expuestos por sus protagonistas. De esta forma, se dio la
excelente oportunidad para ventilar los temas y problemáticas de la educación
y, en especial, de la enseñanza de la geografía, desde la acción cotidiana de
la clase. De acuerdo con Pipkin, Varela y Zenobi (2001), ahora se hizo posible avanzar de la simple
contemplación de los acontecimientos, donde solo se percibe el suceso, por
una explicación de lo vivido y sus internalidades,
desde la acción participativa y protagónica de quien investiga. Así, en la
enseñanza geográfica se pudo aprovechar las oportunidades para visibilizar el
desenvolvimiento de la cotidianidad del acto escolar, en la perspectiva de
los actores que la vivencian e interpretar críticamente lo observado. Eso también facilitó la discusión hacia el análisis dialéctico para
descifrar los hechos donde se privilegia la imagen, los efectos tecnológicos
simuladores y atractivos de lo psicológico, para dar origen a conductas
contemplativas de la realidad geográfica virtual y extraviar el entender lo
real. Por el contrario, ahora es posible ir desde las externalidades hacia
las internalidades a la visión integral del hecho y
obtener su causalidad que la acción mediática desnaturaliza. En efecto, en
palabras de Vilera (2000): Ante esta complejidad de la trama cultural infotecnológica
del mundo electrónico de la imagen, luce evidente una acción decididamente
crítica radical desde la educación que esté leyendo, hurgando, deconstruyendo tales discursos, sus prácticas y sus
sistemas de socialización, pues no se trata de mirar el reto de la tecnología
para la escuela como asunto de “innovación educativa”, sino de ubicar sus
tramas y dominios de significados y códigos que estructuran nuevas maneras de
aprender, de conocer, de sentir, de crear, de pensar y de configurar nuevos
imaginarios (p. 142). Desde este planteamiento es necesario reconocer la importancia de la
necesidad de exigir un modelo educativo, para ajustar sus aspectos
pedagógicos y didácticos a la comprensión de las circunstancias vividas por
la colectividad globalizada. En principio es ineludible examinar las razones
por las que la educación está afectada por los adelantos
científico-tecnológicos de manera decisiva y categórica, pues la han colocado
en tela de juicio, tanto en sus fundamentos teóricos y metodológicos, como en
su tarea formativa. De allí el interés por otra orientación educativa que sea capaz de
educar a los ciudadanos acorde con los sucesos de la época. En el caso de la
geografía, como disciplina científica, se impone el reto de explicar sus
temas y problemáticas, en forma analítica, crítica y constructiva. Esta
situación determina activar una innovadora hermenéutica para descifrar los
hechos en forma vivencial y dialéctica con conciencia geográfica. Eso supone,
de acuerdo con los fundamentos epistemológicos cualitativos, lo siguiente: a)
Entender el objeto de estudio en el contexto de la época Juzgar la realidad geohistórica implica una
formación educativa fundada en el fortalecimiento de la conciencia crítica,
derivada de confrontar las realidades geográficas, con una práctica escolar
que vigorice los valores humanísticos en el marco de la complejidad actual.
Al respecto, González (2009), opinó: “Lo cierto es que vivimos en un mundo
socialmente complejo, en contextos complejos…Tenemos que lograr que los
actores educativos palpen, vivan y comprendan la complejidad (p. 64). Ese beneficio se obtiene con la intervención interpretativa de lo
real desde el análisis metódico de la complejidad vivida, como un proceso
constructivo y dialéctico, desenvuelto con efectos formativos en el
aprendizaje consciente y crítico. Así, enseñar geografía será un evento
pedagógico activo en la reflexión, la creatividad, la originalidad y la
motivación. En eso, la prioridad debe ser el estudio geográfico para
desentrañar la realidad concebida en la experiencia personal, desde la
investigación científica responsable y comprometida. b)
Humanizar el acto educante La realidad se comporta complicada y allí los ciudadanos viven sus
acontecimientos, al igual que sus repercusiones. Eso determina revisar los
procesos de alfabetización geográfica y motivar el incentivo de su
participación en los procesos para conocer. En efecto, se trata de la
conveniencia de incentivar el análisis desde la subjetividad ciudadana, con
la investigación fenomenológica, la etnografía, las historias de vida, la
hermenéutica, la investigación acción, entre otros. Es imprescindible vincular la acción pedagógica para entender
analíticamente la época en sus prácticas y contratiempos. Así, la finalidad
será enseñar geografía con conciencia crítica ante el desenvolvimiento de sus
propias circunstancias. En la perspectiva holística planteada por Caldera
(2008), es considerar la posibilidad epistémica cualitativa para estudiar la
realidad geográfica, desde los puntos de vista de sus actores y contribuir a
concientizar el sentido humanístico tan mermado por el economicismo actual. c)
Desarrollar la acción didáctica comprometida con el cambio social La interpretación de la circunstancia geográfica inmediata requiere
de una acción didáctica que involucre a quien aprende, en su realidad vivida.
Es enseñar desde las ideas previas, el bagaje empírico y las interpretaciones
personales sobre la situación geográfica comunitaria, como base de los
procesos pedagógicos y didácticos. Por tanto, es recomendable planificar
actividades desencadenables hacia la realimentación
constructiva y critica, en lo conceptual, lo metodológico y lo actitudinal. En esta intervención geográfica se debe valorizar el desempeño
ciudadano, en sus vivencias y sus representaciones simbólicas sobre el mundo,
la realidad y la vida; es decir, desde los imaginarios personales, manifestar
sus puntos de vista empíricos sobre los actos reales de su localidad.
Indiscutiblemente, de acuerdo con Flores y Martín (2009), es importante tomar
en cuenta otra versión de la educación contextualizada: Es aquella que utiliza el entorno como recurso pedagógico. Una
educación contextualizada será aquella que motive las relaciones del
conocimiento con el contexto real del individuo y que lleve al conocimiento
más allá, examinando las situaciones de otros contextos, analizando sus
contradicciones y encuentro (s/p.), Es la opción formativa donde enseñar geografía podrá asumir la
explicación de los sucesos cotidianos que afectan la calidad de vida
colectiva con la investigación. El cambio empírico se inicia cuando el
ciudadano confronta sus saberes personales al intervenir en el estudio de
problemas comunitarios. El logro será un nuevo conocer construido al activar
la experiencia y la reflexión interpretativa de la situación geográfica
investigada, al participar didácticamente en el análisis de dificultades
diagnosticadas y proponer su transformación. d)
Investigar el escenario comunitario en la perspectiva de sus habitantes La enseñanza de la geografía encuentra la posibilidad para vivenciar
la formación educativa desde la interpretación geográfica del lugar. Allí, el
punto de partida será reconocer el ámbito geográfico comunitario en su
cotidianidad. El propósito, por ejemplo, será explorar con el diagnóstico
científico y pedagógico para identificar temáticas de interés social,
integrar lo descrito con los contenidos programáticos y organizar el proceso
formativo. Es conocer el mundo cotidianamente vivido, en su propia existencia
y dinámica. Con el acercamiento al entorno inmediato a la escuela, se torna
favorable estudiar la geografía local, desde la orientación didáctica del
constructivismo y la teoría crítica. Eso representa, en palabras de Carretero
(2009), lo siguiente: “El estudiante debe ser animado a conducir su propio
aprendizaje, de esta manera la experiencia adquirida facilitará el aprendizaje
al ocuparse más de los procedimientos y competencia que de los conocimientos
estrictos” (p. 6). Lo conveniente y apropiado de la integración vivencia, experiencia,
sentido común e intuición, con la temática a estudiar, servirá para echar las
bases del proceso pedagógico y didáctico direccionado hacia la relación entre
el contenido geográfico, con el objeto a conocer. Es comenzar a formar al
ciudadano en la lectura interpretativa de su propia realidad geográfica, como
paso inicial del cambio formativo para entender críticamente su realidad
vivida. e)
Ejercitar la acción hermenéutica de la realidad geográfica El salto epistémico de la enseñanza de la geografía hacia la
elaboración del conocimiento, deberá contribuir a la formación del ciudadano
espectador ingenuo, neutral y apolítico, al ciudadano autónomo y democrático.
Para que eso ocurra, se impone ejercitar la relación entre el contenido
escolar con la experiencia de los habitantes de la comunidad. Una opción en
esa dirección es la problematización, pues permite integrar experiencia
personal, el conocimiento científico y el contenido escolar. Se trata de la formulación de interrogantes originadas en la lectura
e interpretación del contenido programático y las dificultades identificadas
en la comunidad por los estudiantes. Así, la iniciativa didáctica será
considerar, desde la perspectiva de Díaz (1996), la posibilidad que ellos
pongan en práctica sus propios criterios y lo relacionen con los fundamentos
adquiridos sobre el tema o problema geográfico en estudio. Eso implica guiar
metódicamente su intervención investigativa en la búsqueda del nuevo
conocimiento. Desde los aspectos descritos, la tarea formativa de la enseñanza de
la geografía exige una acción metódica, sistemática y organizada, fundada en
la experiencia ciudadana, la convivencia democrática y la acción coordinada
para obtener la información y su procesamiento, hacia un conocimiento
coherente con la explicación de lo real. De acuerdo con Díaz y Hernández
(2002), es poder elaborar el conocimiento con la aplicación de estrategias
didácticas afincadas en la investigación. De esta forma, la enseñanza geográfica se podrá relacionar con las
necesidades sociales y las opiniones de los ciudadanos. Es la posibilidad
para aprender a leer lo real desde una educación afianzada en el desarrollo
del pensamiento crítico, cooperador, reflexivo y liberador; además de
orientarse con una didáctica fundada en la investigación flexible. Esta tarea
de la geografía escolar, contribuirá a humanizar la sociedad tan
materializada, individualizada y consumidora, en forma solidaria, responsable
y comprometida. Consideraciones Finales En la explicación de la tarea formativa de la enseñanza geográfica es
necesario considerar las condiciones del escenario geohistórico,
el desarrollo alcanzado por el paradigma cualitativo en los razonamientos
sobre el acto educante de la geografía escolar,
cuando se pretende innovar la geografía escolar contemporánea. Ya es
imprescindible que la labor pedagógica asuma fundamentos teóricos y
metodológicos acordes con la época, como con la exigencia de mejorar la
formación de la geografía y su enseñanza. Por cierto, cuando se analiza la situación de la acción pedagógica
para construir el conocimiento en la enseñanza de la geografía,
inevitablemente se impone colocar en el primer plano la transferencia de las
teorías elaboradas desde la reflexión geográfica del hemisferio norte. Esta
disciplina llegó a la escuela, sostenida en los textos de geografía traídos
de Europa, elaborados con los fundamentos pedagógicos del siglo XIX: la
geografía descriptiva y la pedagogía tradicional fueron la base curricular de
su labor formativa. Lo llamativo de este hecho es que ha trascurrido un lapso histórico
significativo, donde la geografía escolar ha reducido su actividad
geográfica, pedagógica y didáctica, a la transmisividad
de conceptos, generalmente referidos a las características físico-naturales
de los territorios. En consecuencia, se facilita el conocimiento estructurado
por los expertos para ser divulgados en los libros, ser retenidos en la
mente, pero sin aplicación en el entendimiento de la realidad vivida. En
concreto, teoría meramente conceptual. La cotidianidad de esta enseñanza geográfica en la actualidad,
representa la presencia de un impresionante obstáculo epistémico, en un
contexto donde se ha hecho común la solicitud de direccionar los procesos
pedagógicos y didácticos, hacia la construcción del conocimiento. La opción
propuesta obedece a los aportes teóricos y metodológicos del constructivismo,
la pedagogía crítica y las orientaciones epistémicas cualitativas, aplicados
en propuestas innovadoras en la enseñanza de la geografía. De allí han derivado iniciativas para estimular la geografía escolar
con un acento formativo orientado, con sentido humano y social, como también
evitar ser instrumento manipulador para desnaturalizar y obnubilar a los
ciudadanos de la perversa acción destructiva de sus territorios por la acción
neoliberal. Es el afán por visibilizar las internalidades
explicativas de los sucesos geográficos, pero con la finalidad educativa
crítica y constructiva de ciudadanos democráticos de criterio autónomo. En esta situación emergen tres aspectos indispensables por sus
significativas implicaciones: En primer lugar, urge aprovechar los avances
epistémicos de la ciencia geográfica para estudiar las adversas problemáticas
desde una labor dialéctica forjadora de la conciencia crítica. En segundo
lugar, promover cambios pedagógicos y didácticos para formar ciudadanos que
mejoren su calidad de vida colectiva y, en tercer lugar, formar valores como
la responsabilidad y la solidaridad. Por eso es necesario: a) Continuar con la denuncia razonada sobre la vigencia de la
enseñanza de la geografía decimonónica y la ineludible innovación explicativa
de la realidad geográfica desde su renovación disciplinar. Preocupa el
carácter inalterable de la geografía precientífica
en la acción educativa desarrollada en la práctica escolar cotidiana, dado su
acento transmisor de contenidos programáticos obsoletos. b) Revisar la situación de la práctica pedagógica de la geografía
escolar de acuerdo con las innovadoras orientaciones epistémicas cualitativas
en la pedagogía y la didáctica para ejercitar la construcción del
conocimiento. El apego al tradicionalismo vigente desde el siglo XIX, impide
que los ciudadanos juzguen lo complicado del mundo, la realidad y la vida, en
el ámbito del nuevo orden económico mundial. c) Entender que el desafío geográfico y formativo es desarrollar los
procesos de enseñanza y de aprendizaje desde la investigación como labor
didáctica. Es utilizar el contenido programático desde la acción-reflexión-acción
crítica para direccionar la intervención pedagógica en la explicación de la
realidad geográfica vivida y educar integralmente la personalidad del
educando, consciente de las circunstancias vividas. d) Diagnosticar los problemas geográficos comunes de las comunidades
como objetos de estudio de la geografía escolar. Se trata de asumir el
entorno inmediato para educar vivencialmente al abordar los temas y
problemáticas porque afectan la geografía comunitaria; es decir, la
organización espacial del lugar habitado. Es analizar los acontecimientos del
lugar desde el sentido común, la intuición y la investigación en la calle. La inquietud innovadora apunta a develar desde la enseñanza de la
geografía, los sucesos habituales comunitarios, como los objetos de estudio
de la práctica escolar cotidiana. Es la explicación geográfica del lugar
habitado, la base de la acción formativa que pretende fomentar la Educación
Geográfica. Es educar para fortalecer comportamientos humanos hacia el
complicado entorno inmediato afectado por sus acciones anárquicas derivadas
del uso irracional del territorio, por el capital. La construcción del conocimiento desde los fundamentos cualitativos
se ejercitará con la acción formativa del aula donde lo esencial, será
afianzar la enseñanza geográfica en forma pertinente con los desafíos
enfrentados por la sociedad en el actual momento histórico. Es exige fundar
su práctica pedagógica, en una orientación didáctica que sensibilice sobre el
tratamiento de la naturaleza, del territorio y de la organización del espacio
geográfico, por los ciudadanos como actores de los cambios geohistóricos del inicio del nuevo milenio. Referencias
Aguilar, F. (2014). Métodos y técnicas de
investigación cualitativa y cuantitativa en geografía. Paradigma. Revista de investigación educativa. 20 (33), 79-89. Arenas, A. y Silva, V. (2013). Giros en la
educación geográfica: renovación de lo geográfico y lo educativo. Revista de geografía Norte Grande. 56,
143-162. Benejam, P. (1999). El conocimiento
científico y la didáctica de las ciencias sociales. Un curriculum
de ciencias sociales para el siglo XXI. ¿Qué contenidos y por qué?
Sevilla: Díada Editores, S.L Caldera R. (2008, julio 08). Para una
formación holística del ciudadano. Diario
Panorama, pp. 1-3. Carretero, M. (2009). Constructivismo y educación. Buenos Aires: Editorial Paidós. De Zubiría, J.
(2002). De la escuela nueva al
constructivismo. Bogotá: Cooperativa Editorial Magisterio. Delgado, O. (2003). Debate sobre el espacio en la geografía contemporánea. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. Denzin, N. & Lincoln, Y. (2005). The Sage Handbook of Qualitative Research.
Third Edition. Thousand Oaks: Sage Publications, Inc. Introduction. The
Discipline and Practice of Qualitative Research: pp. 1-13. Díaz, P. (1996). El nuevo contexto geocultural y sus
implicaciones para el Área de Estudios Sociales en la Educación Básica.
Caracas: Ministerio de Educación. Díaz, F. y Hernández, G. (2002). Estrategias docentes para un aprendizaje
significativo una interpretación constructivista. Segunda Edición: México:
Editorial McGraw-Hill Interamericana Editores. Flores, S., y Martín, M. (2009, mayo 23). Educación Contextualizada. [Registro
web]. Recuperado de http://bit.ly/2GUy3Zo García G. y Rosales, J. (2000). Estrategias didácticas en Educación
Ambiental. Málaga: Ediciones Aljibe, S. L. García-Lastra, M. (2013). Educar en la
sociedad contemporánea. Hacia un nuevo escenario educativo. Convergencia. Revista de ciencias sociales.
62, 199-220. González, J. y Ojeda, J. (2005). Reflexiones
previas a la redacción de un proyecto docente universitario en Ciencias
Sociales. Biblio 3W, Revista bibliográfica de Geografía y
Ciencias Sociales. X (618). Recuperado de: http://bit.ly/2EQX05f González, J. (2009). Didáctica critica desde
la transdisciplinariedad, la complejidad y la
investigación. De cara a los retos y perspectivas educativas del devenir de
nuestros tiempos. Revista integra
educativo. II (4), 63-74. Gurevich, R. (1994). Un desafío para la
geografía: explicar el mundo. Didáctica de las ciencias sociales. Buenos
Aires: Editorial Paidós. Hernández, K. (2011). La educación en Venezuela. Caracas. Consultores Asociados. Inga, M. (2009). Importancia de la
Investigación Cualitativa para la acción educativa. Investigación educativa. 13 (24), 205-219. Lacueva, A. y Manterola,
C. (1989). La producción de textos escolares como una línea de trabajo en las
instituciones de Formación Docente. Nuestra experiencia. Revista de Pedagogía. 17, 30-37. Llancavil, D. (2014). Un enfoque didáctico para la enseñanza del espacio geográfico.
Revista Electrónica Diálogos Educativos.
14 (28), 64-91. Recuperado de: http://bit.ly/2GLWAzs Maldonado, C. (2016). Complejidad de las ciencias sociales. Y de otras ciencias y
disciplinas. Bogotá: Ediciones desde abajo. Moreno, L., Rodríguez, P. y Sánchez, A.
(2007). Educación Geográfica,
conocimiento social y formación ciudadana. La función social de la Geografía
en América Latina. México: Editorial Academia Española. Pagés, J. (2012). ¿Qué se necesita saber y
saber hacer para enseñar ciencias sociales? La didáctica de las ciencias
sociales y la formación de maestros y maestras. Conferencia en el 1er Encuentro iberoamericano e investigación en
Didáctica de las Ciencias sociales. Medellín, Universidad de Antioquia, 6
y 7 de diciembre de 2012. Pipkin, D., Varela, C. y Zenobi, V. (2001).
Aportes para el debate curricular. Enseñanza
de las Ciencias Sociales. Secretaria de Educación. Dirección de Currícula. Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires. Rodríguez de Moreno, E. (2000). Geografía conceptual. Bogotá: Tercer
Mundo Editores Rodríguez, L. (2008). Vínculo entre la
investigación-acción, el constructivismo y la didáctica crítica. Odiseo Revista Electrónica de Pedagogía.
5 (10). Recuperado de: http://bit.ly/2rZQ9yw. Rodríguez, N. (1989). La Educación Básica en Venezuela. Proyectos, realidad y perspectivas.
Caracas: Academia Nacional de la Historia. Santos, M. (2004). Por otra globalización. Del pensamiento único a la conciencia
universal. Bogotá: Edición del Convenio Andrés Bello. Soares, R. y Ueda, V. (2002). Anotaciones para
pensar la enseñanza de la geografía ante los retos de la posmodernidad. Revista Educación y Pedagogía. XIV
(34), p.85-96. Sousa, B. (2011). Utopía y Praxis
Latinoamericana. Revista Internacional
de Filosofía Iberoamericana y Teoría Social. 16 (54), 17 – 39. Vilera, A. (2000). Complejidad, educación y
poder. Revista de Teoría y Didáctica de
las Ciencias Sociales. 5, 127-146. |
[1] Este artículo es producto de la investigación: La investigación cualitativa en la enseñanza geográfica y la innovación didáctica de la práctica escolar cotidiana, aprobada por el Consejo de Desarrollo Científico, Tecnológico, Humanístico y de las Artes de la Universidad de los Andes (20179, bajo el Código: NUTA-H-405-16-04-B
Enlaces refback
- No hay ningún enlace refback.
URL de la licencia: https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/ve/deed.es_ES
ISSN 2477-9342